El consumo de benzodiacepinas o ansiolíticos tiene un sesgo de género. Lo reflejan los estudios y lo corrobora Mercedes Rodríguez Rubio, directora de Proyecto Hombre Madrid. «Afecta muchísimo más a las mujeres. Sin embargo, como es una droga legal, no hay conciencia del problema, que se agudiza con el tiempo. Cuando empiezan a consumirla, desconocen su gran capacidad para generar tolerancia y adicción», advierte la psicóloga. «Es decir, cada vez necesitan más cantidad para conseguir los mismos efectos que al comienzo».

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