La cruzada emprendida por las autoridades sanitarias de Estados Unidos ha reducido drásticamente el número de personas fumadoras y de espacios públicos donde el consumo de tabaco es permitido. En ciudades como Nueva York todavía es posible fumar cigarrillos en muchos bares, pero las autoridades municipales están dispuestas a acabar con la situación para convertir a la metrópoli en un espacio libre de humo. Acosadas por la presión del Gobierno federal y de las comunidades locales, las empresas tabaqueras han puesto a trabajar a sus investigadores para sobrevivir en este medio ambiente cada vez más hostil. La consigna recibida por los científicos es diseñar dispositivos o métodos para reducir el humo de los cigarrillos y hacer frente así al tabaquismo pasivo, el gran argumento de los departamentos de salud para imponer medidas de salvaguarda en beneficio de los no fumadores.

A fuego lento

Hasta ahora, la estrategia principal de las tabaqueras ha consistido en experimentar varias técnicas que reducen el ritmo de combustión del papel de los cigarrillos. Por ejemplo, se ha intentado incrementar el peso del papel con el fin de que se queme más lentamente. El problema es que se producen cambios en el sabor y en la forma en que se quema el tabaco. Para colmo, los fabricantes tienen problemas en su maquinaria cuando producen los pitillos con papel de mayor grosor.

Por este motivo, otras compañías han explorado alternativas diferentes, como recubrir el papel con compuestos que ralentizan la combustión, aunque este método también parece afectar al sabor. Una de las más novedosas líneas de investigación consiste en el diseño de dispositivos que capturan el humo de los cigarrillos. «The New York Times» relataba ayer que tres inventores de la empresa canadiense Rothmans, Benson & Hedges han logrado patentar este año en Estados Unidos un tubo en el que se introducen los cigarrillos, de tal forma que se minimiza significativamente la liberación de humo. Este tubo presenta una serie de poros cubiertos con diversos tipos de fibras térmicas para asegurar una correcta combustión del tabaco.

También en Estados Unidos ha sido registrada una patente de la compañía Japan Tobacco para un tipo de cigarrillo que desprende menos humo. La novedad en este caso estriba en que el tabaco tiene una doble cobertura de papel, una interna fabricada con tabaco y otra externa con celulosa. El secreto consiste en esta ocasión en que el papel de tabaco es impermeable al aire, lo que disminuye el nivel de combustibilidad del cigarrillo.

En esta carrera por lograr el cigarrillo con emisión cero participa asimismo el gigante de la industria tabaquera, la firma norteamericana Philip Morris. En abril patentó un nueva clase de cigarrillo, que reacciona de manera especial con el oxígeno del aire e incluye un componente que impide la liberación de humo entre calada y calada. Más aparatoso es un dispositivo patentado por esta compañía, que consiste en una pequeña caja con una abertura para introducir el cigarrillo. Un auténtico extractor de humos en miniatura.