Asegura que los candidatos para la presidencia de México no lo convencen.

Son más de 50 años opinando de política, recuerda el escritor mexicano Carlos Fuentes (1928), porque para él, letras y política han ido siempre de la mano. Y su presencia en el Hay Festival no tenía por qué ser una excepción para el autor de La muerte de Artemio Cruz y La región más transparente, por mencionar alguno de sus clásicos. En el encuentro de corte literario -del que, a propósito, Fuentes fue uno de sus promotores- llamó nuevamente la atención sobre la necesidad de un cambio en la política de México frente al problema de la droga. Sobre política y también de su quehacer literario, el autor habló con EL TIEMPO.

¿Está perdida en México la guerra contra los carteles de la droga?

No, porque puede cambiar. Puede tomarse una política mejor que la actual, porque la actual es un enfrentamiento directo con las bandas criminales. A veces gana el Gobierno; a veces, los otros; pero no se resuelve el problema. Este es un problema bilateral: la droga va a los Estados Unidos, ahí está el consumo y la distribución, porque no se sabe quién la distribuye, ni quien la consume. No lo sabemos. ¡Gran misterio! No sabemos nada de quién recibe y utiliza la droga en los Estados Unidos, donde está el mercado. Sabemos quiénes son los mexicanos que trafican con ella, pero nada más. Entonces hay algo que falla en la relación entre México y Estados Unidos para empezar.

¿Por qué es necesario cambiar de política de Estado en este aspecto?

La política de México no termina el problema sino que lo acrecienta o lo vuelve insoluble. Formo parte de un grupo, donde están los expresidentes Cesar Gaviria, Zedillo y Fernando Henrique Cardoso y lo que tratamos de proponer ahí es que haya una gradual despenalización o descriminalización de la droga, esto poco apoco, empezando con la marihuana, modestamente. Se trata de empezar a abrir un horizonte en el que la droga se consuma pero no sea un crimen y los traficantes se acaben, que ya no tengan más negocio y los que usan la droga, allá ellos. Pero es muy difícil en circunstancias actuales, porque el problema de la droga es un problema mundial. Llevar esto a escala internacional es difícil, pero hay que empezar.

¿Las sociedades actuales sí estarían preparadas para una despenalización?

Creo que sí. Esto ha costado 50 mil muertos en México. Unos del gobierno, otros de los dueños de la droga, pero todos quieren venganza. Entonces es peligroso y malo para el futuro. Hay que cambiar la política, como le digo. No veo otra posibilidad.

¿Cómo ve la perspectiva de un posible regreso del PRI al gobierno de México?

No sabemos cómo va a resultar la elección. Son tres candidatos, tres distintos, ninguno tiene la solución a los problemas. La situación política se va a complicar, porque los problemas son muy grandes y los candidatos son muy pequeños. Entonces, ¿quién va a abordar los problemas enormes que tiene México? Ninguno de los tres, quizás López Obrador, asesorado por gente buena…

Precisamente tuvo una polémica reciente con el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto…

No, yo no tuve polémica con eso. Él me confundió, no supo que era el autor de un libro. Pero a mí no me importa eso. Eso no me alarma. Lo que me alarma es la ignorancia, que caiga en la trampa de un periodista. Le preguntan: ¿Qué lee usted? Y queda: «Eh… eh… eh….pues…» y dice un nombre equivocado para mi libro y habla después de La Biblia, se hace unas bolas terribles, lo cual es muy grave, porque si Barak Obama le hace una pregunta, si Ángela Merkel le hace una pregunta y titubea de esa manera, mal para el país. Debió decir: «Mire, usted, leo la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos», pero no se le ocurre. Quiere decir que es un hombre muy limitado.

Mencionó al presidente de Estados Unidos, ¿lo ha desilusionado Obama?

Al contrario, creo que Obama es un presidente magnífico, de lo mejor que ha tenido Estados Unidos.

Pasando a un vistazo sobre América Latina, ¿hacia dónde debería apuntar la región?

Mire, últimamente nosotros generábamos las crisis. Empezaban en América Latina y se iban al mundo. Ahora, empezaron en África del Norte, subieron, pasaron a Europa y a los Estados Unidos, luego nos tocarán, pero algo hemos hecho bien desde que no nos ha tocado ser los iniciadores de la crisis como sucedía en el pasado.

Tenemos problemas, los estamos resolviendo de maneras distintas. Hay países que van encaminados hacia la solución. Pero, creo que las cosas se van a corregir para bien, porque no veo que ciertos regímenes casi dictatoriales puedan permanecer en el poder. Lula dejó un gran ejemplo, Ollanta Humala ha seguido su ejemplo y no el mal ejemplo de Chávez. Entonces, puede haber una esperanza para el continente. Pero hay un problema internacional, lo mismo en Estados Unidos: el descenso de la esperanza de la clase media allá es grave, porque es un país que ha vivido una clase media esperanzada y ya no.

¿Está a la expectativa de la crisis que despertó en los países árabes?

Empezó en África del Norte, como un fósforo en Túnez, se extendió a Europa y fue a Estados Unidos, el movimiento de descontento cruzó el Atlántico y su temática ya no era la tradicional, ni de derecha ni de izquierda, hay algo nuevo que está pasando y no sabemos a dónde va ni qué nombre darle todavía.

Es hora de pasar a lo literario. ¿Cómo ve el estado de salud del español hoy?

Muy bueno, es la segunda lengua de Occidente, con mayor unidad entre los hispanoparlantes que la que se puede encontrar entre los angloparlantes, porque si el inglés es la primera lengua del mundo occidental, incluye a pueblos africanos, asiáticos, de culturas distintas. En cambio, nosotros formamos un grupo más homogéneo.

Pasando a su obra actual, ¿está trabajando aún en Personas…?

Ya lo terminé, se publica en abril. El libro es sobre Alfonso Reyes, Luis Buñuel, Pablo Neruda, Julio Cortazar, Susan Sontag, amigos que se han ido, gentes muy notables que dejaron mucha obra, de los que hago una evocación. El libro es un homenaje a mis amigos.

¿Podría decirse que a últimas fechas tiende a escribir más ensayos que ficción?

He publicado La voluntad de la fortuna, una novela larga. Ahora, en octubre aparece Federico en su balcón, que es otra novela. Lo que pasa es que las novelas no se escriben de un día para otro.

Lo dejó claro en su charla en el Hay Festival, al mencionar su novela inconclusa sobre Carlos Pizarro…

No pude publicarla. Pasa que la actualidad me vence, se me adelanta demasiado y me destruye la novela.

Su deuda con participar en el Hay Festival de Cartagena venía desde antes de su creación…

Lo promoví en Inglaterra, con Peter Florence desde el principio, hace veintitantos años, pero no había podido venir. Finalmente estoy aquí y la importancia de venir, para mí, está en ver al público. Estaban en el teatro, los quiero y me quieren, eso para mí es importante por qué finalmente escribo libros para un público y ese público estaba reunido en el Teatro Adolfo Mejía y yo les agradezco su calor. Me dan vida.

¿Qué siente cuando le dicen que si hubiera un Nobel más para México, tendría que ser suyo?

No, no lo creo. Joyce no tuvo un Premio Nobel, ni Kafka, ni Proust. Así que, ¿qué podría pedir yo, verdad?