Redacción-

En el New York Times se ha publicado un artículo de opinión titulado «It’s Misleading to Call Addiction a Disease» [Es engañoso llamar a la adicción una enfermedad], firmado por , médico especialista en adicciones y bioética, autor de «The Urge: Our History of Addiction» [El impulso: nuestra historia de adicción]. Donde habla de la necesidad de superar este término que no ayuda a entender la adicción en toda su complejidad.

Pensar en la adicción como una enfermedad simplemente podría implicar que la medicina puede ayudar, pero parece que al utilizar este término, en verdad lo que entendemos es que la ciencia médica es el mejor marco para entender la adicción, convirtiendo la adicción en un problema individual, reducido únicamente al nivel de la biología, cosa que reduce la visión.

Carl Erik, comenta en su artículo que sobre el funcionamiento de la adicción como enfermedad tampoco hay un consenso, y que diferentes escuelas chocan en sus teorías. Expone que el sentido de la palabra adicción hace 500 años como «fuerte devoción» era más acertada, «Mis experiencias y las de mis pacientes parecen estar más en línea con la forma en que los escritores de los siglos XVI y XVII describieron la adicción: una elección desordenada, decisiones que salieron mal».

«Benjamin Rush, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos y uno de los médicos más influyentes de Estados Unidos a finales del siglo XVIII, centró su trabajo especialmente en las enfermedades mentales. Fue famoso por describir la embriaguez habitual como una enfermedad crónica y recurrente. Sin embargo, Rush argumentó que la medicina solo podría ayudar en parte; reconoció que las políticas sociales y económicas eran fundamentales para el problema.

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No todos los problemas de drogas son problemas de adicción, y los problemas de drogas están fuertemente influenciados por las desigualdades e injusticias en materia de salud, como la falta de acceso a un trabajo digno, la vivienda inestable y la opresión absoluta. La noción de enfermedad, sin embargo, oscurece esos hechos y reduce nuestra visión a respuestas criminales contraproducentes, como duras represiones prohibicionistas.»

Entender la adicción como una enfermedad, puede derivar en un enfoque determinista con el que hay que tener cuidado. Son narrativas que en el pasado ya se utilizaron para justificar actuaciones racistas y opresivas. Los estudios realizados sobre las explicaciones biológicas de los trastornos mentales aumentan la aversión y el pesimismo hacia las personas con diagnósticos de salud mental, incluida la adicción. Frente al determinismo de esta visión «fatalista y deshumanizadora» Carl Erik, propone buscar un discurso con más esperanza, y que mire a la adicción en todos sus prismas, el biológico, pero también el social, el económico u otros. «La visión de la adicción como una enfermedad no capta gran parte de la experiencia de la adicción, y el lenguaje de la enfermedad no garantiza un trato humano».

Leer el artículo original en nytimes.com