Que el cáncer de pulmón es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la primera causa de muerte evitable en el mundo occidental y por tanto el principal problema de Salud Pública, es algo que todo el mundo tiene claro, y más este año con la polémica ley antitabaco, que todavía da que hablar. Pero aún así, la gente sigue practicando el hábito que más induce a padecer esta enfermedad: fumar. De hecho lo hacen el 39% de los españoles y el 23% de las españolas mayores de 14 años. “Este hábito es la causa directa de que cada año se produzcan en nuestro país 46.000 muertes, lo que supone que cada 12 minutos fallece una persona por este motivo”, afirma Margarita Alonso, Coordinadora del Grupo de Tabaquismo de la Sociedad Española de Medicina Rural y Generalista (Semergen), y lo que es peor “un tercio de estas defunciones se producen en edades medias de la vida, lo que supone una pérdida en la expectativa de vida de entre 20 y 25 años de media respecto a los no fumadores”, añade la experta.
Es por eso que asociaciones como Semergen, confían en la importancia de la Atención Primaria en su papel de ayuda al paciente para que dejen de fumar, un hábito que los expertos denominan hoy en día como una enfermedad crónica adictiva. Y es que, “se estima que el 70% de los fumadores entran en contacto con su médico de cabecera cada año, lo que implica que este profesional tiene numerosas oportunidades para emitir mensajes motivadores que inviten a modificar esta conducta”, asegura Alonso. Si además, se tiene en cuenta que el fumador pasa por una serie de etapas antes de decidir que deja de fumar y por varios intentos fallidos previos a conseguirlo definitivamente, resulta obvio suponer que la actuación del médico deberá adaptarse a cada etapa y a cada paciente para resultar mínimamente efectiva. Es por eso, que Alonso considera a los profesionales de la Atención Primaria como la mejor opción “por su accesibilidad y continuidad en la asistencia para realizar, tanto estas intervenciones oportunistas —en cada etapa del paciente— como otras más intensivas”.
El médico de familia, la mejor ayuda
Pero todas estas ideas no son meras palabras, sugerencias o suposiciones. En Asturias los médicos de familia ya están manos a la obra en su labor de reducir los índices de fumadores. Para ello, Semergen Asturias ha creado un grupo de trabajo específico contra el tabaquismo, gracias al cual, y tal como asegura el presidente de esta asociación, Fernádez Barrial, “se están realizando acciones para sensibilizar a los profesionales de la importancia de sus intervenciones en la consulta diaria para que los fumadores activos abandonen este hábito y para divulgar entre los ciudadanos la trascendencia que para su salud tiene cesar en el consumo y las medidas más efectivas para conseguirlo”.
Este colectivo pionero, propone también diversas modalidades de tratamiento: puede ser bien a nivel individual o en grupo, dependiendo de las características individuales de los fumadores y del contexto donde se lleve a cabo. En cualquier caso el tratamiento de deshabituación se realiza a dos bandas: “por un lado, un tratamiento psicológico utilizando técnicas de motivación que preparen al fumador para el abandono, técnicas de conducta para controlar estímulos y técnicas de mantenimiento para superar la abstinencia; y por otro lado, terapia farmacológica con sustitutivos de la nicotina y/o bupropión”, concluye Idalina Fernández, representante de la Unidad de Tabaquismo del Instituto Nacional de Silicosis de Oviedo.