El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, decretó el fin de la “guerra” contra el narcotráfico, pero mantuvo todo el sexenio una política de drogas basada en el modelo prohibicionista y en una estrategia bélica.

De mantenerla, será cada vez más complejo encontrar condiciones para la reparación, justicia, verdad, garantía de derechos humanos y recomposición del tejido social, alerta la organización Elementa DDHH en su informe Radiografía de la prohibición, que fue presentado el pasado martes.

Mientras que el presidente ha sostenido la narrativa de «Abrazos, no balazos», las acciones muestran, en cambio, la continuidad de estrategias de combate de sexenios anteriores, pues a lo largo de su administración se privilegió contrarrestar el mercado ilícito de drogas mediante aseguramientos, decomisos y enfrentamientos.

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