El optimismo es la palabra que mejor describe la mirada hacia el futuro de los expertos inmersos en las investigaciones sobre cannabinoides. Uno de los ejemplos más extremos es el del bioquímico Raphael Mechoulam, quien espera que «en un futuro no muy lejano se pueda contar con estos compuestos para combatir el trauma neurológico o la inflamación», y aboga por «rescatar» antiinflamatorios «muy potentes, aunque aún se desconoce por qué mecanismo, que en su día fueron descartados».

Asimismo, y dado que los ensayos clínicos más avanzados estudian el efecto analgésico de estas sustancias, este bioquímico profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, confía en disponer pronto de las mismas para combatir los efectos del cáncer. «Compuestos que se utilizan actualmente, como la doxorrubicina y otros que son muy potentes como antitumorales, tienen efectos adversos muy radicales, pero hay cannabinoides que podrían desempeñar su efecto antitumoral sin tener esos efectos secundarios», asegura.

De la misma opinión es Manuel Guzmán, del departamento homónimo de la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), cuyo equipo estudia los mecanismos de acción de los cannabinoides sobre las células tumorales y acaba de iniciar una investigación para confirmar si las células madre del cerebro responden a este tipo de compuestos, bajo qué condiciones y si, en situación de daño cerebral, se puede obtener algún tipo de modulación en su crecimiento.

Ambos expertos, sin embargo, conocen el amplio potencial terapéutico de los cannabinoides y mientras el español apuesta por una futura prescripción de los mismos para combatir algunos efectos de la esclerosis múltiple, su colega israelí, Mechoulam , espera con impaciencia la próxima salida al mercado de rinomabant. Este antagonista de los receptores CB1 será utilizado para combatir la obesidad, al disminuir el apetito, y controlar la adicción a la nicotina. El fármaco se unirá así a los hasta ahora dos compuestos sintéticos del delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) comercializados: el dronabinol, utilizado como antiemético e inductor del apetito; y nabilona, empleada igualmente como antiemético, y único autorizado en España.

Por ahora, con cautela

El estudio de los mecanismos de acción de los cannabinoides ha confirmado su importante participación en infinidad de funciones del organismo humano, lo que, a juicio del bioquímico, explica el «despegue y auge» que científicos de todos los campos de la ciencia están dando a las investigaciones con estos compuestos.

No obstante, «hay que ser cauto»; advierte Guzmán, quien reconoce que la evidencia actual es más preclínica que clínica, pues «los ensayos clínicos en este campo están aún en fase muy temprana». Javier Fernández Ruiz, del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina de la UCM -quien también participó en la jornada «Temas candentes en la investigación sobre los cannabinoides», celebrada recientemente como homenaje a Mechoulam en la madrileña universidad, que le invistió doctor honoris causa-, corroboró y amplió este punto de vista: «El escenario actual es similar al que se produjo en la década de los años setenta con la identificación del sistema opioide endógeno (receptores y ligandos) gracias al estudio de los mecanismos de acción de la morfina».