Henry Kranzler es profesor de psiquiatría de la Universidad de Connecticut, de Estados Unidos de América, y tiene una muy brillante trayectoria de investigación sobre el abuso de sustancias. La diversidad de sus conocimientos teóricos le ha llevado al estudio clínico y diagnóstico de la patología tanto psiquiátrica como adictiva, como de la intersección entre ambas, llamada patología dual. El profesor Kranzler ha participado en proyectos de investigación que han resultado decisivos para progresar en el conocimiento tanto del consumo de riesgo como de la dependencia del alcohol. Ha colaborado en el desarrollo del cuestionario AUDIT, que actualmente es el que más se utiliza para la detección y el diagnóstico del consumo de riesgo y del consumo perjudicial de alcohol.

El alcoholismo

El alcoholismo es uno de los trastornos psiquiátricos que se dan con una mayor frecuencia en la población occidental. El hecho que determinadas familias tengan diversas personas afectadas por el alcoholismo sugirió que además de los factores ambientales, el alcoholismo podía tener un componente genético, por lo menos en determinadas personas en las que la enfermedad aparece ya desde su juventud, tiene una evolución más grave y también una mayor gravedad de los trastornos psiquiátricos asociados.
El profesor Kranzler ha colaborado en el desarrollo de la tipología de Babor, que clasifica a los pacientes alcohólicos en dos grandes grupos: el tipo B llamado de inicio precoz, (antes de los 25 años de edad), que tiene una mayor carga genética, más antecedentes familiares de alcoholismo y una mayor gravedad y el tipo A de inicio tardío (después de los 25 años) con menor carga genética y menor gravedad.
La identificación de endofenotipos diversos del alcoholismo, es decir, de subtipos de pacientes alcohólicos que tengan alguna característica genética común, permitiría optimizar el resultado de la intervención farmacoterapéutica, ya que el tratamiento podría ser más personalizado, de acuerdo con las características biológicas del paciente.

La dependencia

Durante los años 90 el profesor Kranzler ha desarrollado una brillante labor de estudio de medicamentos para el tratamiento de la dependencia de alcohol y de coaína, contribuyendo a clarificar diversas hipótesis fármacoterapéuticas. Ha dirigido estudios sobre la eficacia de fluvoxamina, buspirona, fluoxetina, sertralina, nefazodona, ondansetrón y naltrexona, para el tratamiento del alcoholismo, así como de carbamazepina para el tratamiento de la dependencia de cocaína. Además ha sido de los pioneros en el tratamiento con naltrexona limitada a los días de riesgo de consumo excesivo de alcohol y también con naltrexona de liberación sostenida.
Durante los años 70 y 80 la investigación confirmó que el alcoholismo cursa con bajas concentraciones del neurotransmisor, serotonina, en las sinapsis del sistema nervioso central y se postuló la hipótesis de que los fármacos que aumentaran la disponibilidad de serotonina en las sinapsis cerebrales podrían ser de gran ayuda para la recuperación del alcoholismo.
Kranzler, durante los años 90, descubrió que los pacientes alcohólicos tipo B (de inicio precoz) no se benefician del tratamiento con fármacos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (como fluoxetina o sertralina). Sin embargo, los pacientes alcohólicos de inicio precoz obtienen una buena respuesta terapéutica del ondansetrón, un fármaco que bloquea los receptores de serotonina tipo 3, que no es útil para el tratamiento de los pacientes alcohólicos de inicio tardío, es decir, del tipo A.
Si distintos grupos de pacientes alcohólicos pueden tener una respuesta diferente ante un determinado fármaco para el tratamiento del alcoholismo, cabe pensar que su trasfondo neurobiológico también puede ser diferente, puede estar relacionado con las estructuras cerebrales que intervienen en la neurotransmisión (receptores, transportadores, enzimas que intervienen en la síntesis o el metabolismo de determinados neurotransmisores) y también con sistemas de neurotransmisión diversos (serotoninérgico, opioide, gaba, glutamato, etc.).
Todo ello ha dado paso, durante los últimos años, a una nueva dimensión que es la investigación genética del abuso de sustancias y en la cual el profesor Kranzler es uno de los investigadores más destacados.

Neutrotransmisión

Determinadas modificaciones del funcionamiento de receptores o transportadores cerebrales o de la fabricación (síntesis) o destrucción (metabolismo) de los neurotransmisores puede aumentar la vulnerabilidad de una persona hacia el abuso de sustancias y hacia el alcoholismo, que es la sustancia adictiva que afecta a un mayor número de personas. Además, dichas disfunciones de la neurotransmisión pueden contribuir tanto a que una persona que se encuentra en recuperación del alcoholismo tenga una mayor o menor vulnerabilidad hacia la recaída, como que tenga una mejor o pero respuesta terapéutica para un determinado fármaco, dentro del tratamiento del alcoholismo.

Por detrás de dichas modificaciones en la neurotransmisión se encuentra la genética, que puede tener una papel decisivo. Una determinada configuración genética puede predisponer a que la respuesta terapéutica sea más o menos satisfactoria para un determinado fármaco y a este nuevo ámbito de investigación se le denomina farmacogenética.
El profesor Henry Kranzler ha efectuado una gran diversidad de estudios sobre la genética y la farmacogenética del alcoholismo que analizan la posible relación entre determinados alelos del receptor dopaminérgico D2 y una mayor vulnerabilidad hacia el alcoholismo. Y también estudian la relación entre los del gen del receptor dopaminérgico D4 y el rasgo búsqueda de novedades en abusadores de sustancias.
Y observa los posibles polimorfismos del gen del receptor para el ácido gamma-amino-butírico (receptor GABA) y de los receptores opioides, que podrían estar relacionados tanto con una mayor vulnerabilidad hacia el alcoholismo como con una respuesta más favorable al tratamiento con naltrexona. Entre el gen del receptor colinérgico muscarínico y la dependencia del alcohol, de otras drogas y de los trastornos afectivos. Y eso conduce a la posible relación entre el gen del enzima alcohol-deshidrogenasa, que interviene en el metabolismo del alcohol, y puede contribuir a una mayor o menor vulnerabilidad, tanto hacia el alcoholismo como hacia la dependencia de otras drogas, sobretodo cocaína.
El Dr. Kranzler también ha estudiado el polimorfismo ADH4 del gen del enzima aldehído-deshidrogenasa y su posible relación con el rasgo de personalidad llamado “agradabilidad” y la dependencia de sustancias, que podrían tener una superposición en su base genética y la interacción del alelo corto del trasnportador de serotonina y el estrés, como factores de riesgo de abuso de alcohol y drogas.

La guía genética para la prevención

En un futuro próximo, el conocimiento de los factores biológicos, que pueden aumentar el riesgo de una persona recaiga en el alcoholismo cuando ya se encontraba en proceso de recuperación, permitirá hacer un tratamiento más adaptado a las características de cada paciente. Si además disponemos de fármacos que han demostrado ser eficaces para determinados subgrupos de pacientes alcohólicos, el conocimiento de las características genéticas de cada paciente nos guiará en la elección del fármaco que puede ser más eficaz para cada persona en función de la configuración genética de sus receptores o transportadores cerebrales o de los enzimas que intervienen en la síntesis o metabolismo de los neurotransmisores.
Por otro lado, el conocimiento de los factores biológicos que pueden aumentar el riesgo de que una persona desarrolle alcoholismo, así como también de aquellos otros que pueden protegerle de dicha enfermedad, ofrecería la posibilidad de intervenir sobre las personas con riesgo biológico de alcoholismo, incluso antes de la aparición de la enfermedad, es decir que permitiría hacer intervenciones preventivas centradas en las personas con riesgo biológico de alcoholismo.

Avances de enorme trascendencia

Los avances científicos sobre la farmacogenética del alcoholismo, que el profesor Kranzler va a presentar en Valencia, el próximo día 22 de marzo, son por tanto de enorme trascendencia para optimizar la eficacia de los fármacos que utilizamos para el tratamiento del alcoholismo y, en el futuro, pueden ser de utilidad también tanto para la detección de las personas que tienen una mayor vulnerabilidad hacia dicha enfermedad como para desarrollar intervenciones que favorezcan la prevención del alcoholismo y del abuso de otras drogas.