El 25 por ciento de los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras admitió que consume drogas, reveló hoy aquí un sondeo del Instituto del Alcoholismo, Drogadicción y Farmacodependencia.

Entre los pesquisados se detectó a su vez que un 6,3 por ciento es adicto a la marihuana, mientras un 4,4 por ciento probó en alguna ocasión la cocaína o el crack.

La encuesta, cuyos resultados fueron publicados por el diario local La Tribuna, descubrió además que la edad promedio de iniciación en el uso de estupefacientes es de 18 años y que son más frecuentes los consumidores varones que hembras.

Investigaciones difundidas antes aseguraron que esta problemática involucra a más de 80 mil colegiales de todos los niveles de enseñanza en Honduras, al mismo tiempo que se diversifican los tipos de narcóticos al alcance de estos.

Según el reporte publicado este lunes, el consumo de drogas llamadas «sofisticadas», como éxtasis, no es novedad en los predios y pasillos de la estatal casa de altos estudios capitalina.

Universitarios con poder económico utilizan ese producto como alucinógeno y también al sostener relaciones con sus parejas: para provocar una sensación de mayor estimulación sexual, lo colocan en sus partes íntimas, explicó el inspector Miguel Martínez.

En opinión del portavoz de la Secretaría de Seguridad, la población adicta que es de bajos recursos más bien compra crack.

Esa droga es «lo peor que existe en el bajo mundo, tomando en cuenta que es resultado de la fusión de los residuos de la cocaína, de los desperdicios de laboratorios», consideró.

Pesquisas de la Policía de Análisis también reflejaron que otro tipo de narcótico difundido en el ámbito estudiantil es el denominado «polvo ángel», una mezcla de varios estimulantes que se inhala o inyecta.

Todas las fuentes coincidieron en que la venta de narcóticos en los centros de enseñanza hondureños posee niveles alarmantes y admitieron la urgencia de tomar acciones inmediatas para tratar de contrarrestar tal situación.

En escuelas, institutos y predios universitarios, los traficantes se hacen pasar como estudiantes con mochilas y cuadernos, por lo que se hace muy difícil detectarlos, explicó Martínez.