Jerez. — Tenemos ahora más información, más prevención y sin embargo, los jóvenes cada vez se inician más temprano en el consumo de drogas. ¿Qué se está haciendo mal?

— Bueno, siempre decimos que no sabemos qué ocurriría si no se estuviera haciendo prevención, si no existieran centros como el nuestro que tienen escuelas de padres. Si no existiese todo eso, el problema sería mucho peor. Eso por un lado, pero por otro, antes los padres, sobre todo la madre, asumían lo que significa educar a unos hijos. Sin entrar a valorarlo, existía un modelo educativo. Actualmente muchas familias delegan responsabilidad en el sistema, ya sea el de salud, judicial o educativo. Creo que ese es un factor que influye y otro, que en la actual sociedad de consumo parece imprescindible que la pareja trabaje y una de las consecuencias es que los hijos no están suficientemente acompañados a lo largo del día. Todo eso es un caldo de cultivo.

— ¿Qué le preocupa más: aquel consumo de heroína que tanta alarma social causaba o la espiral en la que han entrado muchos adolescentes?

— Según los datos que tenemos nosotros, ahora hay más personas en tratamiento. En 1991 atendíamos a 115 y ahora, unas 125. De esas 115 personas, venía gente de toda Andalucía y sin embargo, ahora la mayoría son de la provincia ¿De dónde viene este aumento? Fundamentalmente de los adolescentes y de adultos consumidores de cocaína y es verdad que el tema de heroína se ha estancado.

— ¿Cuál es su valoración, al margen de los números?

— Bueno, lo que a nosotros nos preocupa es que la heroína va a volver porque una de las características de las personas que consumen es que buscan nuevas sensaciones y en el momento en que se cansen de una sustancia determinada, buscará otra. Sabemos que en Afganistán se está cultivando muchísimo opio y empieza a salir. De momento donde se consume mucha heroína es en los países del Este pero en Estados Unidos y en Italia también empieza a consumirse otra vez. Aquí consumidores nuevos de heroína hay contadísimos pero sí es verdad que empiezan a aparecer de nuevo. No quiero ser alarmista pero en el momento en que aumente el precio de la cocaína y aparezca una heroína de buena calidad y a precio bajo, el mercado se abre por ahí rápido. Y también nos preocupan los consumidores de 12 y 13 años, situaciones de violencia doméstica de estos niños hacia los padres, violencia en la calle. Hay familias donde los que tienen la autoridad son los niños, desde cinco y siete años y no exagero. Pero también hay cosas positivas. El hecho de que vengan tantos jóvenes es señal de que hay padres que están pendientes de cómo están evolucionando sus hijos. Los padres deben tener recursos por un lado para intentar evitar que un joven entre en contacto con una sustancia, pero también estar preparados para que si eso ocurre , saber cómo actuar.

— ¿Y el alcohol entre los jóvenes?

— Hay dos tipos de jóvenes. Unos que optan por no beber y es importante decirlo y los que se están iniciando y cada vez a edades más tempranas. ¿Qué ocurre? Hay una descompensación, una oferta por parte de la sociedad de ocio que es el tema del alcohol y que no hemos conseguido contrarrestar ni por parte de los padres, ni de los centros educativos, ni los ayuntamientos, que no tienen tanto la responsabilidad.

— ¿Servirá de algo la prohibición de beber en la calle?

— Antes de hablar de prohibir o de alcohol hay un tema que es el respeto a las personas. No me imagino vivir en una plaza o calle con personas mayores, niños y bebés, que no puedan descansar. Yo pongo ahí la línea, es que hay personas que necesitan descansar, así que la medida tendrá gente en contra, pues sí, pero hay que partir de lo que son unos principios básicos del ciudadano.

— ¿Proyecto Hombre se está anticipando a las adicciones que pueden venir?

— Nosotros siempre nos hemos adaptado además de una forma rápida a todos los cambios que ha habido y al mismo tiempo hemos mantenido los programas de siempre aunque haya habido menos gente. Por ejemplo, en el tema de las nuevas tecnologías fuimos el primer centro de Proyecto Hombre que atendimos a una chica que hacía un uso inadecuado del móvil y nosotros nos adecuamos a esta historia. De hecho continuamente nos siguen llamando y pidiendo nuestra aportación de esa experiencia. Son casos contados: abusos de teléfonos de contactos, de internet, de mensajes. No vienen muchos. Entiendo que igual identifican Proyecto Hombre como un centro para el tema de drogas, pero, vamos, aquí vienen niños de 14 años, de instituto, que llevan una vida normalizada y además eso es lo que se pretende, no separarlos de su dinámica cotidiana.

— ¿Qué destacaría de esta trayectoria de 15 años?

— Sobre todo, eso, como nos hemos adecuado a las distintas realidades. Recuerdo cuando empezaron a llegar padres muy preocupados y pensamos en la escuela de padres; cuando empezaron a llegar jóvenes lo mismo, vimos que necesitaban un proyecto específico. Con cocaína, igual, porque eran consumidores con un nivel que no se integraban con personas de prisión o del albergue. Ahora queremos abrir un piso para adolescentes que viven en familias desestructuradas y que no pueden hacerles el seguimiento.

— Con el resurgimiento en los últimos años de ONGs ¿No han tenido problemas para encontrar voluntarios?

— Hace unos cuantos años optamos por que una persona se dedicará a la coordinación del voluntariado. Tenemos una media de 140 voluntarios, un número que se mantiene. Se realiza un seguimiento, una coordinación y una formación y yo creo que eso influye para que se haya mantenido tanto tiempo.

— ¿Sería posible Proyecto Hombre sin el voluntariado?

— Sería distinto, porque además de las horas que meten aquí, es el talante que impregnan, estar con unos chavales por la noche, cenando con ellos. Eso los chavales lo valoran mucho, es un valor añadido a lo que es la metodología terapéutica.

— Sin embargo, ¿después de quince años no se corre el riesgo de que lo que empezó como una ONG se profesionalice demasiado?

— Lo que ocurre es que las personas que llevamos más tiempo tenemos que refrescar por un lado nuestra identidad y nuestros principios y los que llegan nuevos, lo hacen a una estructura consolidada, de prestigio, pero no ven nuestros principios. Es el momento de reflexionar sobre ese punto. Nuestras raíces vienen del voluntariado y es bueno recordarlo y cuidarlo.

— El acto del quince aniversario contó con la presencia de autoridades de todas las Administraciones. ¿Se traduce luego ese respaldo en algo más que buenas palabras?

— Bueno de la Junta de Andalucía ahora mismo recibimos subvenciones de bastantes consejerías, la última de la Consejería de Justicia, con la que firmamos un convenio para atender a menores de reforma juvenil, que cumplen aquí la medida impuesta por el juez de Menores. Por eso, nosotros con la Junta, la verdad que bien, aunque nos gustaría que los convenios cubriesen más plazas desde la Consejería de Igualdad, que además es la más específica nuestra porque es la que tiene la Dirección General de Adicciones. Con Diputación también estamos pendientes de firmar un convenio y con el Ayuntamiento estamos a la espera de que salga la subvención de este año y sobre todo, lo que públicamente se comprometió la alcaldesa sobre buscarnos un inmueble. Esa es la prioridad más grande, porque a nivel de presupuestos ha llegado el momento en que estamos estabilizados.

— ¿Ha costado mucho conseguir ese equilibrio y no tener la preocupación constante de cómo cubrir gastos?

— Fue tener claro que las competencias en el tema de drogodependencias están en la Junta de Andalucía y vernos con el derecho de pedir subvenciones para atender a estas personas. Coincidió también que en el inicio de la Asociación Andaluza de Proyecto Hombre, yo estaba de presidente y trabajé mucho el tema a nivel de la comunidad autónoma. Eso pienso que ha desbloqueado mucho los presupuestos.