Las drogas están entre nosotros, forman parte de nuestro mundo. Todos sabemos de la existencia milenaria del tabaco, del café, del alcohol, de la cocaína, de los derivados del cannabis. Son sustancias conocidas por la humanidad desde hace muchos siglos. Además, hoy en día la técnica permite crear, por procedimientos químicos relativamente sencillos, sustancias similares a las citadas, o compuestos nuevos con efectos parecidos. Consumo y adicción El fenómeno del consumo y la adicción a las drogas ha estado presente en todas las culturas a lo largo de la Historia. Cada cultura tiene su droga, y, de alguna manera, a dichas sustancias se las identifica con unos países o áreas geográficas concretas.

Así, por ejemplo, Perú o Colombia nos evocan la cocaína; el peyote, México; la marihuana, la cultura musulmana, y el opio, las regiones del sureste asiático. Durante muchos años, las culturas han convivido con las drogas que les eran propias, han sistematizado su consumo y, en consecuencia, la peligrosidad ha sido, en cierta forma, controlada. Pero ha sido en los últimos veinte años cuando el uso de sustancias adictivas ha adquirido proporciones más importantes, prácticamente en todo el planeta, convirtiéndose en uno de los problemas socio-sanitarios de mayor magnitud en la actualidad. La drogodependencia es una realidad, percibida por la población como problema grave, que daña la salud individual y colectiva, incide especialmente en la juventud, provoca procesos de marginación social y atenta contra la calidad de vida. Por otra parte, vulnera la libertad del individuo y se asocia al deterioro de la seguridad ciudadana. ¿Qué es una droga? Cualquier sustancia química que provoca cambios en el estado emocional, el funcionamiento del organismo o el comportamiento de una persona, puede considerarse una droga.

De acuerdo con este amplio concepto, las drogas más utilizadas por la mayoría de las personas son la enorme gama de productos farmacéuticos disponibles en la actualidad. Se elaboran con fines médicos específicos, y resultan inestimables en el tratamiento de todo tipo de males, enfermedades o patologías.

Se emplean para paliar el dolor o el sufrimiento, para estimular o inducir al sueño, neutralizar la ansiedad, la tensión, los desórdenes nerviosos y la depresión. Uso legítimo Recetadas correctamente, los beneficios que pueden reportar son inconmensurables. Este uso legítimo y responsable debe distinguirse del uso extra-médico de las mismas sustancias. Una distinción que, no obstante, puede resultar dificultosa cuando consideramos nuestra dependencia de drogas legales y convencionales, social y legalmente aceptadas. Alcohol y tabaco El alcohol y el tabaco son ejemplos de drogas institucionalizadas que afectan, claramente, al estado de ánimo, al comportamiento y al funcionamiento del organismo.

El alcohol es un depresor del sistema nervioso central que actúa eliminando las inhibiciones y relajando a quien lo consume.