Encarcelado por pruebas genéticas. Pero no por las suyas, sino por las de sus plantas. Los traficantes de drogas tienen a partir de ahora un nuevo obstáculo que sortear si no quieren ser detenidos, y es que las pruebas genéticas ya no son sólo una manera de identificar a los seres humanos, sino que también pueden valer para reconocer plantas. Pero no cualquiera, sino la marihuana, ya que trazando un perfil del DNA de la planta se podría probar la relación entre el usuario, el distribuidor y el cultivador, como aseguran los impulsores de esta novedosa aplicación.

Un grupo de expertos forenses norteamericanos están tratando de aplicar nuevas técnicas en su particular lucha contra las drogas para crear una base de datos con cientos de perfiles genéticos de dicha planta. Y con esta herramienta los científicos esperan brindar a la policía una valiosa información acerca todo el proceso desde que la marihuana se planta hasta que acaba en los pulmones del consumidor.

«A pesar de que parezca que detrás de una bolsa de marihuana hay sólo una persona, la realidad es que hay todo un grupo», afirma Miller Coyle, del Laboratorio Forense de Connecticut. Aunque un método similar basado en detectar el DNA de los cloroplastos del cannabis ya se había desarrollado en Reino Unido, este sistema se ha perfeccionado y ahora es capaz de distinguir diferencias mínimas entre variantes muy semejantes.

La puesta en práctica de este procedimiento no se ha hecho esperar, y en Connecticut hay una investigación en curso después de que se haya conseguido relacionar a dos productores de marihuana en distintas zonas geográficas que estaban compartiendo materiales. «Desde el punto de vista de la investigación, esta técnica es fenomenal», declara Timothy Palmbach, director del laboratorio.

No obstante, el sistema no es infalible, y puede errar debido a que dos muestras genéticamente idénticas no tienen porqué provenir del mismo cultivador. Esto puede ocurrir si quien lo cultiva no utiliza semillas sino esquejes, que son tallos que se introducen en la tierra para reproducir la planta, garantizando así su sexo y cepa.

Atar cabos «Invitamos a todo el mundo a que nos mande muestras», sugiere Coyle, quien opina que cuanto mayor número de variantes contenga la base de datos más sencillo será trazar los lazos de distribución de la sustancia. Otra consideración importante que conllevará la aplicación masiva de este método es que el pequeño o esporádico consumidor podría llegar a verse involucrado como parte de una gran investigación acusado de delitos que no ha cometido.

Por otro lado, señalan los expertos, es posible que gracias a este avance tecnológico se pueda separar la marihuana medicinal de la marihuana comercial. Lo que estas nuevas técnicas nunca podrán será facilitar las pesquisas a la policía respecto a la cocaína y el éxtasis. Ni tampoco con el hachís, resina que se extrae de la planta de la marihuana, ya que ninguna de estas sustancias contiene el material celular suficiente para ser clasificado con precisión.