La cara más visible del prohibicionismo ha sido la guerra contra las drogas, que – sea dicho de paso- la ganaron las drogas. Pero la derrota de la cara amable, bonita y light del prohibicionismo, encarnada en las ciencias de la salud física y mental, también ha fracasado de manera estrepitosa. Aquí algunas hipótesis de por qué, al igual que los policías y ejércitos, los médicos, psicólogos y psiquiatras también fracasaron en su intento por acabar con las drogas y con quienes las consumían.

Si algo ha hecho bien el prohibicionismo es dejarnos claro que las drogas son malas, no solo para la convivencia, sino para la salud física y mental de las personas. Nadie puede decir que desconoce que fumar cigarrillo da cáncer; que la muerte por sobredosis de heroína es recurrente; que el basuco degrada la salud física en general y el alcohol produce obesidad, problemas cardiacos y cirrosis. Pero si esto es tan claro para quienes consumimos sustancias psicoactivas legales e ilegales, ¿por qué las personas toman la decisión de usar éstas y otras sustancias, a sabiendas de que puede deteriorar su salud? ¿En qué momento las personas dejaron de hacerle caso a profesionales de la medicina, la psicología y la psiquiatría que tienen como finalidad cuidar la salud física y mental de las personas?

 

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