No solo Colombia tiene una segunda oportunidad. En toda América Latina y el Caribe también tenemos la oportunidad de un cambio en el enfoque de las políticas de drogas y para la paz. Las violencias no son solo las que ejercen las organizaciones criminales y su correlato, no siempre visible, de corrupción y lavado de dinero. También están la violencia y la guerra que han generado los Estados y sus políticas de drogas, que han hecho más daños que las drogas mismas, como afirmara Kofi Annan en su artículo «Por qué es hora de legalizar las drogas».
¿Cuál es el problema de las drogas?
En un artículo publicado por el Washington Post,1 el economista colombiano Felipe Tascón Recio afirma a los periodistas que «el programa de gobierno [de Petro] no habla del problema de las drogas. Habla de los problemas que genera la prohibición de las drogas». Se refiere al programa del Pacto Histórico, que se armó en el «empalme» (diálogo participativo) con todas las comunidades campesinas de las zonas de producción de hoja de coca. «Colombia es el mayor productor de cocaína del mundo, la fuente de más del 90 por ciento de la droga incautada en Estados Unidos. Y, durante décadas, ha sido un socio clave en la interminable “guerra contra las drogas” de Washington. Ahora, Colombia está pidiendo el fin de esa guerra», afirma el artículo.
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