Los datos más recientes del Plan Nacional de Drogas ponen de manifiesto que en los últimos diez años se han duplicado los consumidores de cannabis y cuadriplicado los de cocaína, además de haber disminuido significativamente la edad de inicio al consumo de todas las drogas, sobre todo del alcohol, que actualmente se sitúa en torno a los 13 años. En este sentido, uno de los aspectos de esta problemática que más preocupan a los profesionales médicos es el relativo a la percepción del riesgo entre sus consumidores.

Para el doctor José Zarco, director Académico de las Jornadas de Actualización en Medicina de Familia, organizadas, recientemente, en Bilbao, por las Sociedades Española y Vasca de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) y (Osatzen), respectivamente, y el Instituto de Formación Novartis, “esta situación es preocupante en la medida que hay una falta de percepción del riesgo real entre los usuarios de drogas. “De hecho, en los últimos años, conceptos como el de cannabis terapéutico está aumentando aún más la confusión existente entre los más jóvenes, fomentando la consideración social del cannabis como una droga de bajo riesgo”.

Dichas jornadas dedicaron uno de sus a talleres a explicar una serie de conocimientos y habilidades al profesional sanitario con vista a mejorar la atención de los pacientes con trastornos asociados al consumo de cocaína.

Acceso fácil

En el transcurso de este taller, se ofrecieron otros datos tales como que uno de cada tres menores de 16 años ha consumido alguna vez cannabis y el 8 por ciento de los jóvenes entre los 15 y los 24 años afirma haber tomado éxtasis en algún momento de su vida. Además, en los últimos diez años se ha duplicado el consumo de cannabis y de cocaína en España y los jóvenes de entre 14 y 18 años que la ha probado en los últimos 12 meses han aumentado de un 1,8 por ciento en 1994 a un 7,2 por ciento en 2004.

Estas cifras ponen de relieve, según se indicó, que el primer contacto con la droga se produce a edades muy tempranas y está disminuyendo de forma progresiva la percepción del riesgo entre la gente joven, factores éstos que incrementa el riesgo de consumo, de problemas relacionados con el mismo y de dependencia. Los jóvenes afirman que les resulta relativamente fácil acceder al alcohol, al cannabis (de un 43 por ciento en el año 1994 a un 64 por ciento en el año 2004) y a la cocaína (de un 21 por ciento en el año 1994 a un 37 por ciento en 2004).

Otro indicador relevante es el incremento de las demandas de tratamiento por cannabis y cocaína durante los últimos años. En el caso del cannabis, pidieron ayuda 1.613 adictos frente a los 4.772 en 2002. La demanda de asistencia fue mucho mayor todavía entre los pacientes con un problema de adicción a la cocaína: solicitaron terapias médicas 932 en 1992 y 7.125 en 2002.

Recursos de los centros de salud

Para el doctor José Zarco, también coordinador del Grupo de Intervención en Drogas (GID de la semFYC, las Administraciones deberían utilizar tanto los recursos disponibles en los centros de salud como el conocimiento y habilidades de los médicos de familia en el abordaje de estas situaciones de riesgo, sobre todo entre los más jóvenes.

Además, insiste en que los médicos de familia deben aprovechar cualquier oportunidad para captarlo y así poder investigar posibles consumos y adecuar el consejo a la situación detectada, fundamentado en una información científicamente contrastada, que sea capaz de promover cambios hacia conductas más saludables. “De hecho -señala el doctor Zarco- el nuevo programa de la Especialidad incluye un área de Conocimiento al respecto y el actual Plan Nacional de Drogas tiene como uno de sus objetivos integrar la atención a estos trastornos en el sistema sanitario, con una mayor implicación de los médicos de familia”.

Nuevos patrones de consumo

Además de conocer los nuevos patrones de consumo, esta sesión dedicada a las drogodependencias también ha abordado cómo mejorar la atención a pacientes que puedan presentar trastornos asociados al consumo de cocaína u otras sustancias o cómo identificar a los adolescentes que empiezan a consumir drogas.

Según el doctor Zarco, “el médico de familia se encuentra en una situación privilegiada para detectar problemas relacionados con el consumo de drogas, prestando especial atención a una serie de situaciones que alertan de una posible ingesta de sustancias tóxicas entre adolescentes. Por lo general, son los padres quienes nos lo comunican porque advierten los cambios bruscos de conducta y de humor en el hogar, fracaso escolar, alteraciones en el apetito, los trastornos de sueño, deterioro de los hábitos higiénicos, etc. Nuestra labor es ganarnos su confianza y que sea él mismo quien comente su problema. Llegar hasta ahí requiere fundamentalmente realizar una escucha activa y empática. Es preciso desdramatizar e informar con fines educativos haciéndole saber las repercusiones que sobre la salud tiene las drogas y, sobre todo las ventajas que trae consigo su abandono”.

Finalmente, el doctor Zarco, señala que la intervención del profesional de Atención Primaria debe centrarse en ofrecer orientación a aquellas familias que viven en circunstancias que puedan favorecer el desarrollo de una drogodependencia procurando lograr una detección precoz del problema.

“No obstante -insiste- las Administraciones son responsables del abandono de políticas de prevención y, desde semFYC, consideramos imprescindible que se tomen decisiones urgentes dirigidas a aumentar los presupuestos en actividades de prevención y, especialmente, las destinadas a los adolescentes”.