«El éxtasis es una droga que provoca efectos devastadores», repiten machaconamente los científicos. Y, en éstas, tres reputadísimos investigadores salen diciendo que el consumo de las pastillas en cuestión no representa un peligro para la salud. Como era de esperar, se ha montado una bronca monumental.
Los responsables de la polémica son tres eminencias en el campo de la psicología: el británico doctor Jon Cole, especialista en comportamientos adictivos; el también británico Harry Sumnall, de la Universidad de Liverpool, y el estadounidense Charles Grob, director de la división de psiquiatría infantil y adolescente en el Centro Médico Harbor-UCLA de California. En un artículo publicado en El Psicólogo, la revista que edita la Sociedad Británica de Psicología, los tres mosqueteros se atreven a asegurar que el consumo de éxtasis no representa un peligro a largo plazo.
El éxtasis, se ha dicho mil veces, afecta a unas células del cerebro responsables de la producción de serotonina, una sustancia química que influye sobre el estado anímico. Pero según los doctores Cole, Sumnall y Grob, lo que provoca en realidad el consumo de MDMA, nombre científico por el que se conoce al éxtasis, es el deterioro de las fibras nerviosas de las células cerebrales que regulan la producción de seratonina, y no de las células en si mismas. Tal precisión es muy importante ya que, según sostiene el trío de sabios, las fibras nerviosas se regeneran, con lo que la droga no provoca lesiones irreversibles. En otras palabras: a largo plazo, el consumo de éxtasis no genera daños cerebrales.
Pero, por si no fuera suficiente, los tres científicos van todavía más lejos. Siempre desde las páginas de El Psicólogo, se atreven a asegurar que la mayoría de los muchos estudios sobre el éxtasis realizados a partir de 1995 están plagados de errores. Y afirman también que la práctica totalidad de las investigaciones que se han hecho en torno a esta droga dejan entrever los prejuicios que los científicos tiene contra ella.
Sólo el lado negativo
Así, Cole, Sunmall y Grob acusan a sus colegas de haber quitado importancia a las investigaciones que concluían que el consumo de éxtasis no provoca efectos a largo plazo. Según denuncian, aunque son muchos los estudios que se han llevado a cabo en torno al MDMA, sólo se ha informado detalladamente de aquellos que arrojaban datos sobre los supuestos efectos devastadores que acarreaba el tomar éxtasis.
Además, según afirman los tres expertos, muchos de los problemas psicológicos que algunos científicos han observado en los jóvenes que consumen éxtasis pueden ser producto de la edad adolescente por la que están pasando los chavales y no de la droga en si misma. Hay que tener también en cuenta, dicen, que la mayoría de los consumidores de éxtasis suelen tomar también otras drogas, por lo que es muy difícil separar los daños que provoca una de los que causa otra. Y, por si no fuera suficiente, algunos de los efectos en la salud que según algunos estudios provoca el MDMA son en realidad atribuibles, según los polémicos Cole, Sunmall y Grob, a la falta de sueño y las muchas horas de baile que los consumidores de éxtasis suelen acarrear sobre sus espaldas.
Como era de esperar, varios científicos y los responsables de numerosas organizaciones de ayuda contra la drogadicción se han lanzado rápidamente a despellejar a Cole, Sunmall y Grob. Entre otros, el doctor Michael Morgan, de la Universidad de Sussex, quien asegura haber descubierto «pruebas abrumadoras» de que el consumo regular de éxtasis provoca comportamiento impulsivo y perjudica la memoria verbal. O el profesor Andy Parrot, un experto en adicciones de la Universidad del este de Londres, quien afirma tajante: «Los daños son reales».