¿Se acuerdan de las tabaqueras? Sí, las fabricantes de esos cilindros que trajo Cristóbal Colón del Nuevo Mundo, que antes se fumaban en todas partes y que ahora hay que consumir a escondidas como si de apestados se tratara. Bromas aparte, las tabaqueras coparon durante mucho tiempo los titulares de la prensa económica por las demandas multimillonarias de enfermos a causa del tabaco. Y ayer volvieron a hacerlo, años después.

Y esta vez fue por una victoria judicial de la industria que se puede calificar de histórica. El asunto arranca de la presidencia de Clinton, cuando un tribunal de primera instancia sentenció que algunas tabaqueras ocultaban los riesgos de fumar. El sector recurrió la sentencia, pero también lo hizo el Gobierno y reclamó 280.000 millones al mismo como beneficios ilegalmente obtenidos gracias a su marketing fraudulento. Una cifra que habría provocado la quiebra de todas estas compañías.

Pues bien, ayer el Tribunal Supremo decidió desestimar ambas reclamaciones. Aquellas campañas de marketing de las que nadie se acuerda seguirán estando prohibidas (además, las nuevas leyes antitabaco las han eliminado de todos modos) y, a cambio, la industria se puede olvidar de esa monstruosa indemnización.

El sector argumenta que el Gobierno estaba usando contra él una norma pensada para la mafia y otras organizaciones criminales. Además, sostiene que la primera decisión judicial atacaba la primera enmienda de la Constitución de EEUU, que les da derecho a participar en un debate público sobre el tabaco.

El Gobierno pretendía, como alternativa a esa ingente sanción, la creación de un fondo con 14.000 millones para financiar una campaña nacional para dejar de fumar. Pero el Supremo también ha denegado esta petición.

Como es lógico, el sector recibió esta sentencia con gran alegría y lo celebró con fuertes subidas en bolsa, del 3,25% para Altria (fabricante de Marlboro) y del 4,05% para Reynolds (Winston).