La publicación de una encuesta del Eurobarómetro sobre el consumo de tabaco en los establecimientos de hostelería revela que casi el 70% de los españoles aceptaría que se prohibiese fumar en estos locales. Propietarios de los tres tipos de negocios existentes de acuerdo con la legislación aprobada en 2005 sobre este asunto exponen en este debate su experiencia con fumadores y no fumadores.
N. Hermida: El problema de mi local es que tiene un recinto para fumar y nos encontramos que los fines de semana nos vienen familias con menores y no podemos dejarles entrar allí. Cuando nos llaman para reservar mesa para un grupo, siempre preguntamos si van a traer un menor y si es así, les advertimos de que no pueden ir a la zona de fumadores, por lo que muchas veces nos dicen que en ese caso no vendrán. En otros casos se presenta allí un grupo y cuando les decimos esto, algunos se marchan y otros se quedan, pero nos dicen que no volverán. Yo tengo una cafetería para fumadores en Cedeira y allí no hay ningún problema, ya que sólo surgen cuando el local está habilitado.
J. Álvarez: En nuestro sector, que es el café, es muy difícil separar su consumo del tabaco, ya que son primos hermanos. En España pagamos unos impuestos elevadísimos por el tabaco y el fumador ahora es un leproso, mientras que el consumo de alcohol, que acarrea también muchos problemas sociales que no quiero poner al mismo nivel, no tiene esa consideración. Somos vendedores de servicios y el tabaco es uno más, al igual que el teléfono o la prensa.
E. Rey: Llevamos tres años abiertos y cuando empezamos ya asumimos que no íbamos a permitir fumar, ya que nuestros productos son el chocolate y los bombones, que no pueden estar en contacto con el tabaco, aun con el riesgo que eso iba a suponer. La experiencia nos ha demostrado que mucha gente asocia el café de media mañana con fumar y eso nos ha limitado la clientela, pero también tenemos clientes fijos que a pesar de ser fumadores vienen porque les gusta el producto y salen a fumar fuera. Los niños son, además, importantes para nosotros porque nuestro local es muy familiar. Tenemos desventajas en todas las situaciones, pero la que menos me ha afectado es evitar que el público fume, porque ha venido mucha gente que no fuma y ha ido corriendo la voz.
N. Hermida: Es muy difícil que entre las familias que salen los fines de semana no haya un menor y cuando llega un grupo en el que hay algún fumador, muchas veces quienes no fuman dicen que van al recinto para fumadores porque les da igual, mientras que los fumadores quieren ir a toda costa a donde se pueda fumar.
J. Álvarez: Comprendo que haya que respetar todas las posturas, pero hasta hace cinco años, si ibas a un restaurante o a una cafetería todo el mundo fumaba en la mesa y lo que hacía la gente que le molestaba era no ir a los locales que estaban muy cargados. En mi caso no es así porque nuestros locales son de fumadores, pero en los habilitados esta situación les acarrea unos gastos que no se repercuten en una mayor facturación, sino en la misma o incluso menor, porque el espacio que se reserva para fumar es el menos cómodo y atractivo.
E. Rey: Yo recibo a muchos fumadores que me dicen si tienen que pasar frío por fumar, ya que tienen que salir a la calle.
N. Hermida: Una familia de fumadores, por mucho cuidado que tenga, siempre estará sometiendo a sus hijos al tabaco en su casa, por lo que no me explico por qué en un restaurante no puede entrar con ellos en la zona de fumadores.
J. Álvarez: Porque lo establece la legislación.
N. Hermida: El problema es que las normas siempre se hacen a espaldas del sector afectado porque nunca se le consulta.
J. Álvarez: En este caso la norma iba a ser mucho más dura pero se suavizó ante las protestas de la hostelería. Además hay que tener cuenta que cualquier ley protege siempre al más débil, que en este caso es el niño. Hay muchos padres fumadores que no fuman en su casa y que cuando van a un restaurante tampoco lo hacen porque están con sus hijos. Si ellos se imponen esa norma, ¿por qué no van a exigírsela a quienes se sientan a su lado?
N. Hermida: A mí me han dicho muchos clientes que sus hijos irán donde ellos digan. ¿Qué haces en ese caso? Si lo dejas pasar, te juegas una sanción y, si lo echas, lo pierdes como cliente.
J. Álvarez: Aproximadamente un 85% de los locales son para fumadores, pero en el caso de Estrella la experiencia le ha demostrado que acertó tomando una decisión muy arriesgada. No sabe lo qué ha dejado de ganar, pero ha amortizado su negocio y tiene una cantidad de clientes, aunque desconoce si serían más o menos en el caso de que permitiese fumar.
E. Rey: Me queda la duda, pero estoy satisfecha porque la experiencia me ha demostrado que los clientes vienen si les gusta el producto y el lugar, aunque no sé los que puedo haber perdido. Cuando una persona llega y le gusta el producto y el local, repite y eso ya dice mucho, por lo que no puedo angustiarme por lo que no he podido ganar. Todas las cafeterías que están a mi alrededor permiten fumar, por lo que yo ofrezco una opción diferente.
N. Hermida: No sé en otros lugares de España, pero en esta provincia los locales que permiten fumar deben ser el 90%, ya que todo el que puede se incluye en este grupo salvo que le obliguen a lo contrario. Incluso hay quien reduce la superficie de su local para poder permitir que se fume.
J. Álvarez: Es cierto, porque el hostelero medita sobre la inversión que le supone adaptar el 20% de la superficie de su local para los fumadores, que no es sólo la instalación de una mampara, sino también los extractores y una serie de atenciones al cliente. Por eso muchos hosteleros dedican una parte de sus locales a almacén y así evitan prohibir que se fume. Pero esa decisión implica muchas veces tener que despedir a un camarero porque no se necesitan tantos empleados. Esta situación es como la obligación de tener un mando a distancia para la máquina del tabaco, ya que nos causa un enorme trastorno al atender a los clientes. Estoy de acuerdo en que no se venda tabaco a menores y no porque lo diga la Ley, sino porque creo en ello, pero el coste que tiene esa medida es muy grande para el hostelero.
E. Rey: Es que el empresario de hostelería se convierte en el educador del cliente en ese aspecto.
J. Álvarez: Exacto, porque luego ves que hay otro tipo de establecimientos que venden alcohol y tabaco a los menores sin ningún problema.
N. Hermida: Pero los hosteleros siempre somos los malos.
J. Álvarez: Afortunadamente, en los últimos años en Galicia hemos pasado de ser considerados taberneros a hosteleros, y últimamente a empresarios.
N. Hermida: Yo creo que si en España se hubiera impuesto la prohibición total de fumar que se aplicó en otros países la habríamos aceptado sin problemas.
J. Álvarez: Para mí, España es el Caribe de Europa, ya que todos los europeos que en sus países se comportan de una forma correcta y hasta antipática, cuando llegan aquí lo único que quieren es beber cerveza y sangría y que esto sea el despiporre, y transigimos con ello. Nunca he visto aquí que en un local toquen la campana como hacen en Inglaterra para avisar de que se va a dejar de servir alcohol. Si en España se hiciera eso, la gente pediría la bebida por cajas.
N. Hermida: En nuestro caso, si tenemos que cerrar a las doce, tenemos que echar fuera al cliente, mientras que en Europa sólo hay que decir que es la hora de cierre, ya que si alguien no se marcha, la policía entra y los echa.
J. Álvarez: Pero aquí pasa lo mismo, porque yo estoy convencido de que en las zonas de copas la policía se encarga de que se cumpla el horario.
N. Hermida: ¿Y también de echar fuera a los clientes?
J. Álvarez: No.
N. Hermida: Pues eso es lo que yo exijo.
E. Rey: Como a la plaza de María Pita llegan muchos turistas, a una de mis empleadas uno de ellos le preguntó si se podía fumar en los soportales, a lo que ella le contestó sorprendida que por supuesto que sí porque están al aire libre.
N. Hermida: En relación con la superficie de los locales, en mi caso sí que la Administración realizó una inspección, en la que midieron absolutamente todo.
J. Álvarez: La realizan en todos y yo comprendo que se descuente la barra y los baños porque a un local de 120 metros sin esos recintos le quedan sólo 70 y de ellos tiene que dedicar 20 al espacio para fumadores, por lo que casi no le queda sitio en la cafetería. Lo que hacen muchos hosteleros es colocar cada vez menos ceniceros en las mesas para tratar de agradar a los no fumadores, de forma que quienes fuman tienen que solicitarlos. Es una manera de educar a los clientes porque más temprano o más tarde, todos los locales de hostelería serán para no fumadores. Estoy plenamente convencido porque si esa es la tendencia en toda Europa, España no va a ser menos.
N. Hermida: Eso me fastidiaría la inversión que he hecho en mi local. Si no fuera por eso, acogería esa decisión con los brazos abiertos.
J. Álvarez: Claro, porque sería mucho más cómodo para ti, igual que para mí.
E. Rey: Por supuesto, es muy cómodo.
J. Álvarez: Yo no fumo, pero lo hice en el pasado y no soy partidario de que se impida fumar en los locales de hostelería porque creo limitar la libertad en este tipo de cosas no es bueno nunca. Pero sí creo que tiene que haber unas normas que todos debemos cumplir, porque si no esto sería una anarquía. Por eso no soy partidario de que todos los locales sean de no fumadores, pero si hay norma de ese tipo y un periodo de adaptación no puede uno enemistarse con nadie porque va a ser para todos.
E. Rey: Nosotros hemos tenido casos de fumadores que han entrado en el establecimiento y que no han visto o no han querido ver la señalización y se han puesto a fumar. Les hemos dicho de forma educada que no lo pueden hacer y nunca se han molestado y además nunca se han marchado, pese a que podía ocurrir lo contrario.
N. Hermida: Lo que yo observo es que la gente joven es más tolerante en este aspecto y que se adapta mejor a la norma. Si en un grupo de jóvenes que llega al restaurante hay alguna persona fumadora, sale fuera un momento y no se molesta por tener que hacerlo.
J. Álvarez: Es una cuestión de edad, porque a medida que vamos haciéndonos mayores nos cuesta más dejar todo y nos hacemos más intransigentes. Comprendo a Norberto porque hoy por hoy es el gran perjudicado por la normativa, ya que no puede elegir tener un espacio habilitado porque la Ley le obliga. Y además, no puede explotarlo su negocio como quiere, porque si llega un padre con sus hijos y le dice que quiere estar en zona de fumadores y lo impide puede perder a esas personas como clientes.
E. Rey: Los incidentes por el tabaco suelen ser más entre los clientes que con los hosteleros.
J. Álvarez: Siempre, aunque el cliente al que le molesta el humo nunca se lo dice a la persona que fuma, sino al camarero.
E. Rey: De hecho, los casos que hemos tenido nosotros de gente que fuma los hemos conocido porque nos lo han dicho otros clientes.
N. Hermida: En nuestro caso los conflictos son siempre con el personal porque si una persona fuma fuera del recinto hay que impedírselo.
J. Álvarez: En todos los casos que conozco de inspecciones, los técnicos han sido bastante estrictos. Al principio se dio a todos la opción de elegir de permitir fumar o no y la mayoría escogió ser para fumadores, ya que hay muy pocas cafeterías en las que no se pueda fumar.
N. Hermida: Hay locales en los que es casi imposible crear un espacio reservado. En el mío lo hicimos y nos costó 9.000 euros.
J. Álvarez: Pero es que no es sólo esa cantidad, porque ¿cuánto hay que facturar para tener un beneficio neto de 9.000 euros?
N. Hermida: Y además, el personal no se reparte igual que si no hubiera separación entre los clientes, ya que hay que tener un empleado en la zona de fumadores aunque haya menos gente.