El riesgo de muerte súbita es muy superior en los recién nacidos cuyas madres son fumadoras, según manifiesta la Dra. Márquez Pérez, miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) y experta en temas de salud relacionados con el consumo de tabaco.
«El tabaquismo materno es hasta ahora el único factor conocido evitable de la muerte súbita infantil», subraya la especialista, quien añade que, si bien se ignora la causa última que la provoca, «la experiencia demuestra fehacientemente que, en igualdad de condiciones, los recién nacidos de madres fumadoras se hallan mucho más expuestos que el resto a sufrirla».
En este sentido, la Dra. Márquez considera que «nunca se insistirá bastante» en que las mujeres embarazadas conozcan claramente el peligro que representa para su salud y la del niño fumar durante el período de gestación, máxime cuando las estadísticas demuestran que el consumo de tabaco viene creciendo de una forma significativa durante los últimos años entre la población femenina. De hecho, los datos ponen de relieve que el número de mujeres fumadoras ha aumentado en un 5,7% durante la última década, con la particularidad además de que este incremento tiende a concentrarse entre las adolescentes y jóvenes, es decir, entre las futuras madres y aquellas que, por razón de su edad, tienen una considerable probabilidad de quedarse embarazadas.
Con respecto a los riesgos asociados al tabaquismo, llama profundamente la atención el que sólo la mitad de las fumadoras abandonan por completo el tabaco durante el embarazo. Es un porcentaje muy pequeño que la Dra. Márquez cree que tendría que ampliarse «con algo más de mentalización y con la ayuda de sus maridos o compañeros, pues si éstos dejan también de fumar, al menos durante la gestación, está comprobado que anima a la mujer ha hacer lo mismo. De ahí –insiste- en que los hombres deban implicarse activamente y ayudar a sus mujeres gestantes a prescindir del tabaco». Conviene tener presente, por otro lado, que el consumo de tabaco interfiere en la fertilidad e incrementa los riesgos de infertilidad total y de embarazo ectópico. «Una vez iniciado el embarazo –explica la experta de SEPAR- el tabaco se asocia a una mayor incidencia de patologías placentarias, partos prematuros, recién nacidos de bajo peso, abortos espontáneos y complicaciones en el neonato».
La mayor parte de las fumadoras tratan de reducir el consumo de tabaco durante el embarazo, pero algunas, al no conseguirlo, cuando el médico les pregunta dicen que fuman menos cigarrillos de los que realmente consumen diariamente. «Es una tendencia al ocultamiento del tabaco, y esto no deja de ser curioso, puesto que en esta etapa de la vida la mujer debería ser más susceptible a dejar de fumar si realmente conociera los riesgos que conlleva el hecho de seguir fumando», señala la neumóloga.
Por otra parte, comenta que existe la idea errónea de que es preferible que la embarazada siga fumando a soportar el estrés que supondría dejarlo durante la gestación, un argumento que, en su opinión, no se sostiene.
Otro hecho significativo es que el 80% de las mujeres fumadoras sufren una recaída en la adicción después del parto. “Vuelven a fumar, transfiriendo de ese modo a sus hijos, a través de la lactancia, muchas de las sustancias tóxicas del tabaco, lo que convierte a los niños en fumadores pasivos desde su nacimiento».
En definitiva, la Dra. Márquez considera necesario que padres y madres se conciencien «de una vez por todas» del peligro que fumar implica para sus hijos, una actitud que, por otra parte, «debería hacerse extensiva a cualquier otra circunstancia que propicie el contacto de los bebés con el humo del tabaco».