La década de los 80 y principios de los 90 marcaron su época dorada. Por aquel entonces 190 de cada 100.000 españoles caían en sus redes; una drogadicción devastadora que ha dejado un saldo dramático en los últimos 30 años: cerca de 25.000 muertos por sobredosis, más de 300.000 personas tratadas por dependencia y 100.000 víctimas del VIH por inyectársela. Tal currículum hizo que la heroína quedase vinculada a la delincuencia, a ambientes marginales y a la enfermedad del sida, lo que arrinconó su consumo. Hoy, sin embargo, esta sustancia amenaza con recobrar protagonismo.

Desde la delegación provincial de Proyecto Hombre advierten de que desde el pasado año están asistiendo a un aumento de las peticiones de ayuda ligadas a esta adicción. Tanto, que según explica el director del centro de acogida de la organización, Alberto Guardiola, una de cada cuatro personas que acuden a sus instalaciones actualmente reconoce tener un problema con la heroína. «Antes, la proporción era menor, aproximadamente uno de cada siete. Cada vez estamos viendo más casos», detalla este experto.

Francisco Luque, director de los Centros Provinciales de Drogodependencias (CPD), dependiente de la Diputación de Málaga, coincide en que aprecian un «leve repunte», impresión que reviste con datos. Las estadísticas de este organismo recogen así que entre 2004 y 2008, el número de pacientes atendidos por inicios en el consumo de esta droga ha pasado de 800 a 953, lo que arroja un crecimiento del 19%.

Fácil acceso

La facilidad de acceso, su precio (más económico que el de la cocaína) y la sobreoferta que existe en el mercado (lo cual hace que se venda heroína menos adulterada) son a juicio de las fuentes consultadas tres de las principales causas que sustentan este fenómeno. «Hoy día es posible adquirir esta sustancia a bajo coste y a una calidad buena», sostiene Guardiola.

Los responsables de Proyecto Hombre insisten en que el perfil actual del adicto a la heroína ya no se corresponde con el de hace décadas, cuando sus consumidores solían proceder de entornos conflictivos y clases sociales bajas.

«Ese prototipo ha cambiado», afirman al tiempo que indican que buena parte de los drogodependientes que atienden son malagueños de mediana edad que ya vivieron un episodio de adicción en la etapa del «boom» de la heroína y que ahora, por determinadas circunstancias, se reenganchan de nuevo a su consumo al ser la única sustancia que conocen.

«Se trata de personas que ya iniciaron un tratamiento, que tienen un recorrido terapéutico anterior, y que con los años vuelven a pedirnos ayuda por no haber superado la fase de consumo», relatan los especialistas.

Los motivos de recaída son diversos, aunque en Proyecto Hombre reconocen que las dificultades económicas pueden estar latentes como telón de fondo. Al respecto, Alberto Guardiola recuerda que diversos informes realizados demuestran que la situación financiera sí influye. «Está demostrado que los años de la crisis energética de 1973 y los de la recesión de 1992 fueron los de mayor repunte de consumo de estupefacientes. Aún es pronto para sacar conclusiones de la etapa actual, pero posiblemente cuando pase veremos efectos similares», apostilla.

En este sentido, los expertos admiten que las estrecheces y las complicaciones monetarias generan una ansiedad y una angustia que muchas personas intentan mitigar a través del consumo de ciertas drogas.

Apatía y aislamiento

De hecho, terapeutas consultados comentan que existe una hipótesis que relaciona el repunte de heroína con el decrecimiento económico. «Las drogas que se asocian a la crisis son los opiáceos, que sumen al sujeto en un estado de apatía y de aislamiento del mundo. No son para vivir la vida más intensamente, sino para olvidarse un poco de ella», resume una psiquiatra.

Luque también apunta a esta línea y cuenta que buena parte de los toxicómanos que están viendo con consumos de heroína son antiguos adictos que habían conseguido normalizar su situación y controlar su vida, y que ahora, por culpa de quedarse sin trabajo o afrontar baches financieros se sienten vulnerables y se refugian en la que años atrás fue su «droga diana», a la que vuelven a recurrir en situaciones extremas, sostiene.

Junto a este perfil, mayoritario, los expertos alertan de un aumento de casos de aproximación a la heroína por parte de los más jóvenes. Ajenos a los estragos que causó el caballo en su día, estos nuevos consumidores de heroína la inhalan o fuman para contrarrestar los efectos de otros estimulantes, como la cocaína, con la que suelen mezclarla para crear los denominados «revueltos».

«Estamos ante una nueva generación de jóvenes que no han tenido el reflejo de lo que fue la heroína en los 70 y no perciben el uso de la sustancia con el dramatismo o el riesgo que puede transmitirse a anteriores generaciones», apuntan las fuentes, que destacan que los adolescentes que flirtean con ella lo suelen hacer en busca de nuevas sensaciones y «emociones más fuertes», dicen.

Según un trabajo de campo realizado por la especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública Antonia Domingo-Salvany, la adicción a esta sustancia es cinco veces más frecuente en hombres que en mujeres. A diferencia de la cocaína, su patrón de consumo suele caracterizarse por el uso diario de la sustancia.