Un proyecto en el Reino Unido demuestra que la utilización de dosis controladas de heroína a los adictos puede mejorar su calidad de vida y disminuir el impacto de los crímenes asociados al consumo.
En el proyecto piloto, iniciado en el 2005 y parcialmente subvencionado por el Gobierno, participaron, acudiendo a clínicas habilitadas en varias ciudades inglesas, 127 drogodependientes, a los que se inyectó heroína o, alternativamente, se les ofreció el sustituto metadona.
Se comprobó que tres cuartas partes de los consumidores redujeron notablemente la compra de droga en la calle. Y también se corroboró que lo que gastaban los toxicómanos en la compra de sustancias ilegales se redujo en más de U$400 a la semana.
El director del estudio, John Strang, se congratuló por los resultados “muy positivos” obtenidos y recomendó continuar con los ensayos a nivel nacional, ya que, además de la recuperación de los individuos, la reducción de la delincuencia permite evitar “costosas sentencias de prisión”.
“Es como si cada uno de ellos fuera un buque petrolero camino al desastre, y el propósito de esta prueba era ver si es posible hacerles cambiar el rumbo” dijo el profesor Strang.
John, de 34 años, es uno de los participantes en el proyecto; quien aseguró: “Mi vida cambió mucho, ahora tengo un trabajo a tiempo parcial y tengo posibilidades”
“No consumo ninguna droga fuera del proyecto, tengo una vivienda y mi vida cambió un 100%”.
Sin embargo, la idea de que el Estado se convierta en un proveedor de drogas ilegales levanta dudas y enciende el debate.
Neil McKegany, profesor del Centro para la Investigación sobre el Abuso de Drogas de la Universidad de Glasgow, Escocia, sostiene que los servicios de atención a los adictos deben centrarse en ayudarlos a librarse de las drogas y ser muy cautelosos a la hora de plantearse esta opción.
“Comenzar a dar heroína a los toxicómanos puede ser un largo camino cuesta abajo”, concluyó.