Estudiar los efectos que produce el etanol en el desarrollo del sistema nervioso de un feto es el objetivo que se ha marcado el equipo que coordina el profesor José Aijón, y en el que participan los doctores Angel Portero y Rosario Arévalo, del Departamento de Neurobiología Comparada del Instituto de Neurociencias.
Aparte de alteraciones en el sistema circulatorio, el síndrome alcohólico fetal provoca trastornos en la formación de estructuras nerviosas, como espina bífida o ciclopía. El primero de estos trastornos consiste en que la columna vertebral no llega a cerrase por completo, por lo que las meninges que protegen la médula espinal, e incluso la propia médula, pueden quedar al descubierto. La ciclopía es un trastorno que presentan algunos fetos cuando el gen encargado de diferenciar las cuencas oculares no realiza su función y el feto desarrolla un sólo ojo. En otras ocasiones el problema es que no existe separación entre ambas cuencas oculares.
Se trata de alteraciones muy graves que, según informa el doctor Porteros, aparecen sin que el consumo de alcohol en la madre sea desmesurado: «Consumir bebidas alcohólicas de baja graduación, y en cantidades tan pequeñas como 30 ó 60 mililitros al día (lo que equivale a una cerveza o un vaso de vino) durante dos semanas puede dar lugar a este tipo de trastornos». Además se ha comprobado que si el hábito de ingerir alcohol se da en las primeras semanas de gestación, momento en el que muchas mujeres desconocen que están embarazadas, el riesgo de que las estructuras nerviosas aparezcan dañadas es mayor.
LA INCIDENCIA
Según las estadísticas uno de cada 750 nacimientos en Europa presenta alguna deficiencia relacionada con el síndrome alcohólico fetal, en mayor o menor grado de desarrollo, por lo que se hace necesario tener modelos precisos de diagnóstico que permitan conocer el estado real de las lesiones del feto. En el caso de la ciclopía, el doctor Portero señala que «con el modelo del pez cebra que estamos utilizando se ha conseguido reproducir perfectamente este trastorno simplemente añadiendo alcohol al agua en el que los peces se desarrollan». Los investigadores utilizan sondas moleculares, esto es, detectores de las proteínas que intervienen en la expresión de los genes implicados en el desarrollo de sistemas nerviosos.
Los experimentos apuntan a que el gen conocido como Cyclops se ve modificado por la ingesta de alcohol y es el responsable de esta patología, aunque por el momento, según Angel Porteros «es tan solo un candidato. Necesitamos saber si es el alcohol el que modifica directamente el gen o si se dañan estructuras y procesos anteriores a la expresión de ese gen».
Para ello, están comparando el modelo del pez cebra alterado en el laboratorio mediante la adición de alcohol al agua, con peces cuyo gen Cyclops ha sido modificado directamente en el laboratorio. Estos individuos provienen del University Collage of London con el que el Departamento de Neurobiología Comparada mantiene una colaboración. Una vez que se conoce qué es lo que falta y cuándo falta, se podrían hacer diagnósticos.