Aumentar los impuesto sobre el alcohol no reduce su consumo y, en algunos casos, puede llegar a aumentarlo, según indica un estudio publicado en el último número de las revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research, en el que se sugiere como medida más efectiva la imposición de precios mínimos a la industria.
Así, tras analizar los datos sobre consumo de alcohol, las ventas y el precio del mismo, en Suecia entre 1984 y 1994, los investigadores comprobaron que cuando se aumentan los impuestos sobre las bebidas alcohólicas, los consumidores habituales tienden a comprar aquellas de menor precio.
Incluso, el estudio demuestra que, en ocasiones, la subida de impuestos sobre el alcohol genera el efecto contrario al buscado. Al recurrir a bebidas más baratas los consumidores habituales tienden a beber más.
Según explica el autor principal del mismo, Paul J. Gruenewald, Investigador del Centro de Prevención e Investigación, tras la realización del estudio se ha llegado a cuatro conclusiones importantes. La primera de ellas es que la distribución de precios de las bebidas alcohólicas es muy amplia. Por otra parte, los investigadores señalan que el aumento de los precios sobre las bebidas más caras tiene un bajo impacto sobre las ventas y, finalmente, que el encarecimiento de las más baratas tiene un gran impacto sobre sus ventas. La cuarta conclusión apunta que el aumento de los impuestos sobre el alcohol puede tener efectos muy distintos dependiendo de cómo lleguen finalmente los precios al consumidor final.
En este sentido, Gruenewald advierte que la industria del alcohol puede manipular el precio de sus productos para minimizar el impacto de la subida de impuestos, de manera que el consumidor final no perciba la misma. De este modo, este política no tendrían ningún efecto disuador sobre el consume. Por ello, recomienda que una política más efectiva para reducir el consumo de bebidas alcohólicas sería la imposición a la industria de unos precios mínimos.