Terminaba la década de los 90 cuando en Londres irrumpía una nueva manera de experimentar la sexualidad entre hombres gais que se iba a conocer como chemsex.

El vocablo anglosajón deriva de chemical y sex para darle nombre al uso intencionado y lúdico de drogas estimulantes con el fin de tener prácticas sexuales durante un periodo largo de tiempo.

En la actualidad este fenómeno se ha extendido a todas las grandes ciudades y es motivo de preocupación de las autoridades sanitarias por los riesgos que conlleva para la salud física y psíquica.

Los lugares donde se practica el chemsex son, fundamentalmente, las fiestas privadas, las saunas y los sex-clubs. En estas sesiones grupales las drogas que se utilizan varían a lo largo de los años y dependen de los diferentes contextos sociales y urbanos.

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