Marta Saiz | Periodista / Asunción (Paraguay)

Las sesiones tuvieron lugar los días 22 y 23 de junio en la ciudad de Asunción, Paraguay

“¿Cuánta desigualdad pueden soportar nuestras democracias?”, preguntó en la sesión inaugural Peggy Martinello, directora del área de administración pública y asuntos sociales de la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas FIIAPP, una de las instituciones socias del programa COPOLAD III. Porque, al hablar sobre políticas de drogas es importante hacerlo desde un enfoque de derechos humanos, “con una especial mirada a los contextos vulnerables y las desigualdades múltiples como factores asociados al consumo y tráfico de drogas”, matizó Martinello, que también describió el programa como un espacio de reflexión conjunta entre instituciones públicas, organismos internacionales y sociedad civil.

El primer encuentro anual, donde participaron más de 43 agencias de drogas y más de 130 responsables de políticas, tuvo como hilo conductor la transformación del discurso teórico del debate sobre drogas en mejores resultados para las políticas y el bienestar de la ciudadanía de América Latina y el Caribe. Una sesión, como dijo Mercedes Alonso, técnica de proyectos de COPOLAD, que llegó en un momento muy relevante para el futuro de la cooperación internacional e interregional, debido a los retos que genera el contexto actual de la pandemia para la construcción de una nueva generación de políticas públicas sobre drogas.

De esta mejora de las políticas públicas sobre drogas en el contexto de la Covid-19 también hizo alusión Javier Sagrero, director de COPOLAD, en cuanto a la recuperación de los derechos, atención y cuidados como máxima. “La pandemia ha sido una más de las crisis que acumula la región. Más allá de lo sanitario, tenemos una crisis social más fuerte que nunca”. En cuanto al consumo, añadió Sagrero, el panorama en Europa y otras latitudes sigue muy fuerte. “Si las políticas no cambian, si no cambiamos los énfasis y las ecuaciones, vamos a seguir teniendo los mismos impactos que hasta ahora. Hay que pensar cómo hacer una nueva generación de políticas públicas que apunten a tener mejores resultados para nuestras sociedades. Si lo que hacemos no refuerza todo aquello que entendemos como desarrollo sostenible, tendremos que empezar a revisar”. Asimismo, el director de COPOLAD recalcó que para el fortalecimiento de las democracias es necesario ver los resultados de las acciones en las personas y en las vidas de las comunidades.

En este sentido, Raquel Barros, presidenta de la Red Americana de Intervención en Situaciones de Sufrimiento Social RAISSS, afirmó que es imposible hablar de políticas de drogas sin referirse a los contextos, los territorios y las personas. “No se puede no hablar del poder de las relaciones comunitarias como una fuerza enorme del trabajo de transformación. Trabajar en el territorio y con poblaciones vulnerables es compartir la responsabilidad con ellas; no son enfermas, no son marginales, son personas que tienen el potencial para poder participar de su propio proceso de transformación”. Igualmente, Barros añadió la importancia de ampliar la capacidad de las acciones articulando con los propios recursos comunitarios que, al no ser económicos, son mucho menos valorados. “Las personas de las comunidades no tienen que recibir políticas, sino ser partícipes del proceso de hacerlas”.

Y para hacer partícipes y tener en cuenta a las personas es fundamental un cambio de narrativas, como dijo el periodista Guillermo Garat. “Una de las principales fuerzas para explicar a la sociedad qué está pasando es ir al detalle, hablar con las personas que consumen drogas, ponerles cara”. El periodista también alegó que se oye hablar de seguridad, pero no tanto de nuevos indicadores que tengan que ver con el desarrollo humano. “Entender desde la salud, la educación y la economía”. De la misma manera argumentó Adrià Cots, asesor de investigación y promoción del International Drug Policy Consortium IDPC, al destacar la importancia de apostar hacia visiones alternativas en las narrativas, donde sean las propias personas que consumen las que hablen de drogas.

Durante el evento también se presentaron buenas prácticas sobre el desarrollo alternativo sostenible y las políticas de medio ambiente, un tema relativamente nuevo en el ámbito de las políticas de drogas. Charlott Schmidt, asesora del programa sectorial de desarrollo rural de la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional GIZ, destacó que es necesario un enfoque que aborde las causas, no los síntomas, y que vaya hacia la protección de los derechos humanos y el uso sostenible de los recursos naturales. Asimismo, también expuso cómo se puede contribuir a una política de drogas verde hacia la transición de medios de subsistencia ilegales a legales, el compromiso del desarrollo integral, la conservación de zonas ambientalmente estratégicas o el establecimiento de objetivos de conservación. En este punto, Ricardo Soberón, presidente directivo de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas DEVIDA de Perú, manifestó el dilema del desarrollo alternativo en algunas zonas específicas como la Amazonía, que solo produce ítems muy específicos en cantidades pequeñas y no para un gran mercado, lo que supone un problema al abordar el desarrollo rural alternativo sostenible.

En una de las últimas intervenciones, Francisca Oblitas, jefa de gabinete del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol SENDA en Chile, habló sobre el esfuerzo que deben hacer los Estados en conectar y trabajar con las comunidades, usando una metodología de trabajo desde la diversidad y el acompañamiento en la búsqueda de intereses, capacidades y retos para la incorporación laboral de las personas consumidoras.

Como reflexiones finales, María Eugenia Mata, jefa de la Unidad de Proyectos de Prevención del Instituto Costarricense de Drogas, destacó el rico diálogo desde las diferentes aristas del fenómeno, “que no problema”, de las sustancias psicoactivas. Y destacó la importancia de poner en el centro a las personas: “No nos olvidemos que la política pública tiene que estar orientada a la persona; no a la sustancia, no específicamente a las fuerzas de poderes, sino a esa persona. Y esa política pública no se puede implementar si no hay una ciencia social que nos diga que realmente estamos orientados a una mejor respuesta. No olvidemos que el ser humano es el punto central de la búsqueda de la realidad”.

Y en estos retos como instituciones, organizaciones y sociedad civil, lo que toca ahora, como dijo Sagrero, es la responsabilidad más allá de todo lo dicho durante el evento, citando al escritor paraguayo Augusto Roa Bastos: “Lo importante no son las palabras, sino los hechos que no están en las palabras y que precisamente rechazan las palabras”.

*En el evento también se presentaron dos informes: el Informe sobre Mujeres y Drogas de COPOLAD y el Informe Europeo sobre drogas 2022 del EMCDDA.

*COPOLAD es un programa de cooperación entre América Latina, el Caribe y la Unión Europea en materia de políticas de drogas, financiado y apoyado por la Unión Europea.