Fueron unos datos que hicieron pensar a los investigadores locales. En el 2006, un estudio realizado en orfanatos de Moscú para menores con problemas mentales desveló que sobre un total de 2.352 niños examinados, 186 padecían el denominado síndrome del alcoholismo fetal (SAF), un conjunto de problemas físicos, mentales y de crecimiento que puede presentar un bebé si la madre ha ingerido alcohol durante el embarazo.

La cifra obtenida equivale a un 7,9% de la muestra. Y aunque el dato no es, bajo ninguna circunstancia, extrapolable a la totalidad de Rusia, dadas las particulares características de la instituciones donde se realizó la investigación, sí se trata de un porcentaje «significativo», en palabras de Elena Varavíkova, especialista en adicciones del Instituto Federal para la Investigación de la Organización de la Salud y la Informática, dependiente del Gobierno ruso.

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