Este es un año importante. Se celebra nada más y nada menos que la UNGASS, una sesión especial de la Asamblea General de Naciones Unidas que tratará sobre las drogas y los avances realizados desde que en 2009 se establecieran los objetivos a conseguir para el año 2019.

La ocasión es de una gran importancia. Posiblemente no haya momento en la historia de las Convenciones Únicas en que estas estuvieran puestas tan en cuestión. Numerosos estados en Estados Unidos y Uruguay han dado el pistoletazo de salida a una nueva regulación del cannabis y cada vez son más los países, especialmente en Latinoamérica, que claman por un cambio en las políticas globales sobre drogas a la luz de las desastrosas consecuencias que las actuales han generado. Muchos de los debates que se produzcan en la Sesión Especial deberán estar marcados, al menos esa es la esperanza, por la sensación irremediable de fracaso y la necesidad de un cambio de rumbo.

Sin embargo, la cosa no parece haber comenzado con buen pie. Por ejemplo, la Harm Reduction International, una organización no gubernamental con más de 8.000 miembros y que trabaja para promover y extender la reducción de daños en todo el mundo, ha denunciado recientemente que el borrador del documento final de la UNGASS supone un franco retroceso con respecto a los acuerdos y lenguaje consensuados en la propia Comisión de Estupefacientes (Commission on Narcotic Drugs, CND), en la Declaración Política de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre el VIH de 2011, y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados el año pasado.

Por su parte, Europa ha definido la que será su posición en la Sesión Especial. Una posición comprometida con las Convenciones Únicas, contraria tanto a la pena de muerte en todas circunstancias (incluyendo los delitos relacionados con las drogas) como al tratamiento forzoso (sin un consentimiento informado), que defiende que la sociedad civil y la comunidad científica tengan un papel más relevante en las políticas internacionales, y que contempla a la reducción de daños como una política más en el ámbito de la demanda que debe ser garantizada por todos los Estados Miembros. Desde una perspectiva de Salud Pública, enfatiza que “las personas dependientes de las drogas deben ser consideradas en todo caso como personas necesitadas de atención, cuidado y tratamiento de cara a mejorar su salud y promover su integración social, trabajando para reducir la marginalización y la estigmatización”. Sin embargo, no contemplan ninguna medida en el lado de la oferta tendente a una posible regulación de las sustancias sino que, en ciertos aspectos, las propuestas pasan por un refuerzo de la lucha contra los grupos criminales.

La UNGASS tendrá lugar entre el 14 y el 21 de Abril en Nueva York y hasta allí deberá dirigirse una delegación española. Sin embargo, en el actual clima político de incertidumbre sobre quien o quienes se harán cargo del Gobierno, también hay incertidumbre no sólo sobre quién nos representará sino, y más importante aún, qué posición defenderá. Pensemos que en Latinoamérica por ejemplo, los partidarios de una reforma de las políticas nos mirarán expectantes y con preocupación, dada la regresión de las políticas españolas en los últimos años:

Así que, en estos días de reuniones y búsqueda de acuerdos, lo esperable es que este tema no esté encima de la mesa. Por tanto, si para la UNGASS contamos ya con un gobierno, lo ideal sería que llevara una propuesta definida (que nos gustaría conocer de antemano) y, por supuesto, favorable a la reforma. Veremos qué ocurre.