Publicado originalmente en EL CORREO.


“Los cigarrillos con sabor a mojito entran mejor que los normales”, me dice Haizea de dieciséis años, mientras me enseña una cajetilla de Lucky comprada en un estanco de Gasteiz cuyo nombre no me ha querido dar.  Me enseña las dos gominolas —una de limón y otra de menta— ocultas en el filtro, gominolas que, una vez rotas, se encargarán de hacer más “tragable” el humo a una aprendiza de fumadora. Se quedó callada cuando le expliqué que el efecto broncodilatador del mentol hace que la nicotina le entre hasta los tobillos. Me dijo que ya estaba empezando a fumar tabaco “del otro”.

La directiva europea de productos del tabaco prohíbe los aditivos de sabores y reconoce que van dirigidos a captar menores. Sin embargo, incomprensiblemente, aplica una moratoria de cuatro años para que las tabacaleras puedan deshacerse de los stocks de esta droga de diseño, y les permite seguir reclutando más niñas y niños para la causa hasta 2020. No es casualidad: en Bruselas el lobby del tabaco campa por sus fueros. La revista París Match publicaba que, durante la tramitación de la directiva europea, los lobbies de las 4 mayores multinacionales tabaqueras presionaron a los 700 europarlamentarios —uno por uno— hasta el punto de tenerlos identificados con los colores azul, rojo o naranja, según cedieran o no a sus presiones.  A pesar de todo, la directiva de tabaco salió adelante con importantes avances en advertencias sanitarias, regulación del cigarrillo electrónico y trazabilidad para dificultar el contrabando.

Iñigo es uno de los más de 100 chavales y chavalas sorprendidos por  la Policía Local de Vitoria-Gasteiz fumando porros en la calle. Por la Ley de Seguridad Ciudadana, se le ha impuesto una multa de 600 euros que podrá eludir si él y su familia realizan un programa educativo-preventivo. “Yo nunca fumo tabaco —me dice rotundamente—, eso es una mierda; el cannabis, en cambio, es algo natural y terapéutico”.  No tardé en preguntarle: “¿Y con qué «grindas» el cogollo, majo ?” “Bueno, —me responde—, sólo le añado una «morica» de tabaco. La maría se encarga de lavarlo”.  El resultado:  Iñigo, de 16 años, ya es adicto al tabaco, y reconoce que sólo recurre a él cuando está nervioso o no tiene porros.

En esto del cannabis, España tiene una de las mayores tasas de toda la Unión Europea en cuanto a consumo, accesibilidad y precocidad en la edad de inicio. Euskadi está en el podium autonómico, y muchos visitantes se quedan sorprendidos por la visibilidad y el olor a cannabis de nuestras calles. “Ven y cuéntalo”.  La Ley Vasca de Adicciones acomete de forma pionera la regulación de los clubes de cannabis, conscientes de que algo hay que hacer para reducir una disponibilidad que la prohibición es incapaz de limitar. Aunque sólo sea en el ámbito asociativo, apoyaré nuevas ideas de regulación de las drogas legales o ilegales que nos ayuden a clarificar el camino del cannabis desde su origen hasta el usuario, con criterios de salud pública pero también de control exhaustivo de las industrias que se lucran en blanco y en negro. La seudo-prohibición que vivimos hoy en día está impulsando la expansión de una floreciente industria cannábica que se permite grow shops, publicidad y ferias que por ley están vetadas a la industria del tabaco.

En Iparralde han ido mucho más allá que en el sur del Bidasoa en la transposición de la directiva europea de tabaco. Francia, Reino Unido, Irlanda y Hungría han hecho historia en salud pública, y han tenido el atrevimiento de desnudar a la industria del tabaco del glamour y el atractivo con el que siempre han adornado sus paquetes: todas las marcas vestirán el mismo traje. Un paquete neutro caqui como único envoltorio para un producto que mata a más de 700.000 europeos (2.500 vascas y vascos cada año). Habéis leído bien:  700.000 europeos  mueren prematuramente cada año.  O lo que es lo mismo: 3.500  AIRBUS 310 (con 200 personas a bordo)  fletados todos los años con destinos tan poco exóticos como el cáncer,  las enfermedades cardiovasculares  y otras variadas formas de sufrimiento. Y no precisamente en clase low cost, porque el tabaco le cuesta a Europa 25.000.000.000 euros, sólo en gasto sanitario.

Desde que se implantó en Australia en 2012, el paquete neutro de tabaco ha demostrado ser eficaz, no sólo para animar a dejar de fumar, sino para que nuestros chavales y chavalas no se inicien. Como era de esperar, a las tabaqueras no les ha gustado mucho el forzado cambio de traje, y han recurrido a costosos pleitos allá donde han podido, agarrándose al derecho a la propiedad intelectual de su marca. Como si nuestra salud no contase frente a sus negocios. El Tribunal Supremo australiano fue el primero en dar al traste con sus pretensiones. Este año, la corte suprema inglesa y el Consejo Constitucional de Francia han avalado esta medida. En España ni se habla de este tema.

Aunque la directiva europea no entra a regular los espacios sin humo, el Parlamento y el Gobierno Vasco no han perdido la oportunidad de legislar este tema con la recién aprobada Ley Vasca de Adicciones. Después de muchos años siguiendo leyes de salud pública, llegas a la conclusión de que no hay ley de drogas perfecta, todas son mejorables. Pero cada nuevo avance, por pequeño que sea, anima e impulsa otro nuevo cambio, otra nueva idea preventiva para que la inevitable convivencia con las drogas funcione mejor aquí y ahora, en nuestro siglo XXI.

El modelo vasco de espacios sin humo no es perfecto. En el camino quedó la regulación del humo en los coches en los que viajan niños, aspecto ya legislado en medio mundo y que habrá que retomar. Pero los avances de la regulación del consumo de tabaco en zonas deportivas y la equiparación del cigarrillo electrónico hacen que sea hoy una referencia internacional, a la altura de las legislaciones de los países más avanzados. El Gobierno Vasco tiene que creerse este modelo que le ha trasladado el Parlamento de Gasteiz, y asumir el compromiso de velar por su cumplimiento y su mejora. Urge una guía de aplicación comprensiva de los espacios sin humo en el País Vasco, para que los agentes implicados, la hostelería, los ayuntamientos y la ciudadanía sepan a qué atenerse en lo referente a espacios cerrados, semicerrados, abiertos, terrazas, marquesinas, paradas de autobús, estadios, deporte escolar…  No tengo ninguna duda de que  la sociedad vasca volverá a dar otra lección de ciudadanía respaldando el respeto a no fumar ni a vapear en el deporte, tal y como ya hace en bares y restaurantes.

Pero apareció Bruce Springsteen en Anoeta y pilló en frío a Lakua. La evidencia científica del humo de segunda mano no distingue entre fútbol y rock and roll.  El daño es el mismo para quien está expuesto forzadamente a este tóxico. La sociedad está pidiendo a gritos ejemplos de coherencia, para que de la misma forma que no debe de entrar alcohol a San Mamés, —palcos incluidos, vaya morro—, tampoco entre en el frontón de Miribilla. Y si el Parlamento Vasco ha considerado por ley que Anoeta es un espacio sin humo, que lo sea siempre: Da lo mismo que juegue la Real, que cante Benito Lertxundi, o que venga el Papa.