El Consejo de Gobierno regional aprobó hoy la apertura de 82 nuevas plazas de apoyo residencial al tratamiento dirigidas a aquellos drogodependientes que necesitan alejarse de su círculo geográfico, social o familiar para potenciar las posibilidades de éxito en los programas de deshabituación del consumo de drogas que siguen en centros de la Agencia Antidroga.

Desde el año 2001 la Agencia Antidroga ha pasado de tener 65 plazas residenciales a las 178 que estarán abiertas antes de que finalice el verano de 2003. El plan de creación de nuevas plazas residenciales de apoyo al tratamiento supone una inversión de 11,6 millones de euros hasta el 31 de diciembre de 2006, según informó hoy la Administración autonómica.

Este plan se llevará a cabo mediante la apertura de un centro de acogida de 27 plazas para pacientes de baja exigencia, de varios pisos o residencias para hombres hasta completar las 42 plazas previstas para pacientes varones que también acaben de iniciar tratamiento pero cuya normalización social sea mayor, un piso de 6 plazas para mujeres con las mismas características socio-sanitarias que en el caso anterior y otro piso de 7 plazas para pacientes con patología dual (coexistencia de adicción a drogas con enfermedad mental).

En muchos casos, el nuevo centro de acogida y el resto de recursos residenciales de convivencia irán dirigidos a albergar a pacientes que acaban de abandonar su adicción después de años de consumo continuado de drogas gracias a la intervención de dispositivos de reducción del daño como el Dispositivo Asistencial de Venopunción (DAVE) y el Móvil de Atención Próxima Integral (MAPI).

EVITAR QUE VIVAN EN LA CALLE

El objetivo de la creación de las 82 nuevas plazas residenciales es evitar, en la medida de lo posible, que el tratamiento se realice mientras los drogodependientes sigan viviendo en los poblados marginales o en la calle.

También se pretenden prevenir casos en los que conviven pacientes que acaban de comenzar un tratamiento con otros drogodependientes en activo o situaciones en las que la desestructuración de sus hogares afecta seriamente a las posibilidades de éxito en el tratamiento.

Por último, con las plazas residenciales de apoyo al tratamiento se pretenden paliar las carencias en la alimentación, la higiene y el régimen de vida que suelen acompañar a una prolongada adicción a las drogas, además de controlar sanitariamente al paciente para que siga las indicaciones farmacológicas o de otro tipo que se le hayan especificado en el Centro de Atención Integral a Drogodependientes (CAID) en el que esté recibiendo atención personalizada.