La tendencia es mundial pero en la Argentina creció mucho en los últimos tres años: cada vez hay más personas que reciben drogas en su casa, por correo, luego de haberlas comprado navegando por Internet. Así lo confirmó a Clarín el titular de la Secretaría de Lucha contra la Drogadicción y el Narcotráfico (Sedronar), Wilbur Grimson.
Aunque las autoridades aseguran no tener cifras concretas para cuantificar con precisión el crecimiento de estos casos, observan que cada vez se detectan más casos de adictos que, buscando recuperación, dijeron haber obtenido la droga por correo, enviando mails a direcciones que aparecen en páginas web.
Esto surgió del informe anual que ayer presentó la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), un organismo de las Naciones Unidas que se dedica a monitorear el tráfico mundial de estupefacientes. La presentación se hizo junto a la Secretaría de Lucha contra el Narcotráfico del gobierno argentino.
Según explicó a Clarín el titular de la Sedronar, Wilbur Grimson, el uso de internet para adquirir drogas es una modalidad que crece a escala mundial y Argentina no es la excepción.
«Lo que aquí se detectaron son más argentinos que a través de un mail hacen un pedido a minitraficantes que ofrecen un determinado estupefaciente. Por ahora no hemos encontrado casos de argentinos que vendan por internet», dijo Grimson.
Según los datos de la JIFE, las drogas que más se comercializan vía internet son las sintéticas, especialmente éxtasis, anfetaminas y un peligroso estimulante del sistema nervioso llamado GHD (ácido hidroxibutírico).
El toxicólogo Osvaldo Curci dijo a Clarín que esta última droga es «un alucinógeno que provoca excitación psicomotriz, pero también convulsiones y alteraciones cardíacas que pueden causar la muerte». Se vende como una solución líquida aceitosa.
Acceder a las páginas web que ofrecen estas drogas —a las que promocionan abiertamente— es muy fácil: basta colocar el nombre de la droga deseada en alguno de los buscadores más conocidos para llegar a cualquiera de ellas. Ese es el comienzo.
El paso siguiente —contó Grimson— lo da el comprador: envía un mail en el que hace su pedido a un proveedor que generalmente está en el exterior, da un nombre de fantasía y escribe el país de donde proviene. Es así cómo el Gobierno detecta qué casos son de Argentina.
Dentro de esta cadena, los envíos y las formas de pago se harán de manera clandestina y encubierta. Grimson explicó que en los casos conocidos por el Gobierno los pagos se hicieron a través de tarjetas de crédito o débito robadas o falsificadas.
Los envíos también tienen un vehículo engañoso: como se trata de sustancias que se venden en cantidades concentradas, se envían en sobres de correspondencia camufladas, por ejemplo, con revistas, folletos o papeles de propaganda. El correo no detecta las drogas que van en su interior.
Desde la Sedronar aseguran que terminar con esta tendencia será tarea difícil. «Diría que es casi imposible por ahora, es como perseguir a un hacker —advirtió Grimson—, pero supongo que con adelantos tecnológicos se podrá hacer algo en un futuro».
Las dificultades para combatirlo, afirman los expertos, es que no se puede llegar a saber quiénes son realmente y dónde están los consumidores y vendedores, porque de hecho estos últimos cambian frecuentemente su dirección en la Web.
Otro problema es que actualmente los organismos estatales encargados de controlar y sancionar este tipo de delitos no cuentan con la tecnología informática adecuada para estos casos.
Este año el Gobierno encargará una encuesta nacional sobre el tema para acceder a estadísticas serias sobre la situación del narcotráfico en el país (las últimas cifras son de hace 6 años).
Hoy, igual que en 2003, la Sedronar tiene un presupuesto anual de 9 millones de pesos, el más bajo de su historia. Grimson cree que lo ideal sería tener un 25 por ciento más, pero no tiene grandes esperanzas: desde 1997 ese presupuesto viene en caída. En dólares, es cien veces inferior al de Suiza y 50 veces menor al de Perú.