Cada día son más las voces que demandan la legalización de las drogas, especialmente del cannabis, desde que se prohibieron las drogas dos grupos luchamos para hacer valer nuestras ideas y objetivos, los partidarios de la prohibición y los antiprohibicionistas
Es importante aclarar lo que pretendemos los antiprohibicionistas, porque, en general, existe una idea totalmente equivocada de lo que realmente queremos. No decimos que las drogas son inocuas, no decimos que no hacen daño, no apoyamos el consumo, lo que decimos es que la prohibición en lugar de arreglar el consumo y el narcotráfico lo agrava todavía mucho más.
Los objetos, los alimentos y las substancias no son ni buenos ni malos, los hacemos buenos o malos nosotros, según hagamos de ellos uso o abuso. Si todo lo que tiene la posibilidad de hacer daño lo tuviéramos que prohibir no podríamos hacer prácticamente nada. El abuso de la comida reporta tener colesterol, azúcar en la sangre, formación de úlceras en el estómago, etc.; la contaminación de las industrias y los coches problemas respiratorios y de alergias; los vehículos innumerables accidentes con, muchos heridos y muertos. Haciendo un mal uso todo provoca heridos, enfermedades y muertes y no por esto prohibimos la comida, ni los coches, ni las industrias. Podríamos encontrar muchas mas cosas que provocan perjuicios, enfermedades y muertes sin que estén prohibidas ni se pretenda hacerlo. Es un hecho irrefutable que el alcohol y el tabaco son drogas y la causa de muchas más enfermedades y muertes que las drogas ilegales y están permitidas, haciendo gala del ostentoso titulo de legales.
Si las drogas hacen más o menos daño es otra cuestión, cada uno con la suficiente y veraz información y formación tiene que decidir si hace uso, abuso o se abstiene de su consumo, ejerciendo el derecho de la libre elección de lo que uno quiere para uno mismo sin coacciones ni prohibiciones. Las drogas al igual que la mayoría de medicamentos tienen efectos secundarios no deseados y para decidir que opción tomar debería de prevalecer siempre el criterio de que deben ser superiores los beneficios o placeres que los daños o perjuicios y en caso de que se decida consumir debe de darse la formación adecuada para conseguir que este consumo sea responsable y no se caiga en la adicción.
Somos pues nosotros con nuestro mal uso o abuso los que las hacemos malas, porque las drogas con fines terapéuticos ni que decir tienen que son buenas. No defendemos pues que las drogas son buenas o que su consumo no hace daño, sólo sencillamente estamos en contra de la prohibición. Una reflexión profunda, serena y plácida sobre esta cuestión sólo puede llevar a la conclusión que alimentar a los narcotraficantes no reporta ningún bien a la sociedad, y más pensando en las conexiones que estos tienen con el terrorismo y el también tráfico ilegal de armas y de personas, con las consecuencias negativas que todo este maquiavélico y perverso entramado reporta a nuestra sociedad.
Las prohibiciones llevan a la juventud a desear aquello que se les niegan hacer, “todo lo que es prohibido es deseado”, es tristemente una sentencia que refleja la realidad. Las prohibiciones han sido las responsables del nacimiento y engrandecimiento del narcotráfico y su tráfico ilícito, haciendo patente la atrocidad de poner en manos de criminales la distribución de las drogas y de que, por el hecho de ser ilegales, carezcan de control de calidad, carencia que es la causa de muertes por adulteración o sobredosis.
Es paradójico que los americanos que tuvieron la experiencia del fracaso de la ley seca y vivieron en su propia piel lo que provocó aquella maldita ley, mafias responsables de extorsiones, sobornos, corrupción, muertes y asesinatos, sean los abanderados de la defensa y justificación de la prohibición. Es paradójico también que Europa con miles de años de historia y de cultura se deje llevar por las ideas de los americanos sin hacer una reflexión serena imparcial y profunda sobre esta cuestión. Y más paradójico es que drogas que matan sean legales y otras que provocan muchísimas menos muertes sean ilegales, es difícil entender que se esté defendiendo el ejercicio de una doble moral. Hace falta investigación, e información más profunda y fiable a la ciudadanía, especialmente a la juventud, para conocer la realidad de las ventajas y desventajas de las drogas, y mucha más información a todos los niveles de su realidad, para no crear desinformación y confusionismo y poder escoger con fundamento el uso, si procede, que de ellas queramos hacer o por el contrario optar por la abstención del consumo.
Nuestro problema viene agravado por los intereses económicos. El conjunto de las diez multinacionales más importantes mueve aproximadamente 600.000 millones de dólares al año y solo el conjunto del tráfico de drogas, de armas y de personas mueve también aproximadamente la misma cantidad. Esta cifra hace pensar que hay muchos gobiernos, empresas y personas a las que no les conviene que se cierre este negocia, negocio del que directa o indirectamente y de forma encubierta también se benefician. Lo que resulta paradójico es que presidentes, ministros y autoridades de muchos países han apoyado públicamente la legalización de algunas drogas, como la marihuana, antes de serlo y luego se han olvidado de sus manifestaciones cuando han llegado al poder. Sin ir más lejos el anterior ministro del Interior y actual de Defensa, José Antonio Alonso, y el Fiscal General del Estado, Cándido Conde Pumpido, firmaron en 1989 el “Manifiesto de Málaga por una nueva política de drogas” en el que ellos junto con otros 98 juristas españoles pedían la legalización de las drogas. Cuando han formado parte del aparato del Estado, quizás por temor a perdida de popularidad o de votos para su partido, han olvidado sus antiguas reivindicaciones, es este un tema que da mucho en que pensar. Es evidente que es muy difícil luchar contra organizaciones tan poderosas económicamente mientras se permita que sus arcas se vayan incrementando incesantemente y que la única forma de acabar con ellos seria la de cortarles las fuentes de suministro derogando las disposiciones y leyes prohibitivas. La prohibición es evidente que no funciona ¿Por qué no intentar aplicar otras políticas? en lugar de empecinarse reiteradamente en el fracaso.
Los que están a favor de la prohibición de lo que deberían darse cuenta es que los primeros defensores de la prohibición son los traficantes porque sin prohibición se les acabaría el negocio, y que con sus beneficios multimillonarios pueden sobornar y corromper a personas, instituciones y gobiernos para conseguir lo que ellos quieren, y seguir con su lucrativo negocio y que después de casi un siglo de disposiciones y leyes prohibitivas lo que ha conseguido son solo fracasos.
La conclusión es que se hace evidente, sin ningún género de dudas, que el problema de las drogas somos nosotros, entendiendo por nosotros la ciudadanía, los Gobiernos y las Instituciones internacionales, es decir el conjunto de toda la sociedad que vive en nuestro planeta, y por descontado también forman parte de nosotros aquellas instituciones, empresas y personas, con el título de licitas, que engrosan encubiertamente sus beneficios y su riqueza gracias a estos nefastos y trágicos tráficos y que son más peligrosos que los mismos traficantes ya que se mueven en la oscuridad del anonimato siendo los protagonistas de la más perversa de las traiciones.
Firmado: Joan Manuel Riera Casany
Voluntario Social