Es notoriamente conocida la mentalidad de muchos políticos norteamericanos, conservadora y fanático religiosa a ultranza que en su día, a pesar del fracaso de la triste y famosa Ley Seca, emprendieron una sacrosanta lucha contra las drogas para, sobre el papel, proteger la salud pública. La realidad es que detrás de esta medidas estaban, como no, los intereses económicos y raciales. Por un lado estaba la firma Dupont que fabricaba la fibra de nylon y que tenía un gran competidor en las sogas de cáñamo, por otro el gran aumento del paro en EEUU. Para combatir el paro, que empezaba a afectar a un gran numero de americanos blancos, les molestaba las mano de obra barata de los negros, chinos y mejicanos a los que tradicionalmente, en épocas de esplendor económico, no dudaban en explotar peor que esclavos, pero con el paro en aumento les molestaban, así usaron la cocaína par ir contra los negros, el opio contra los chinos y el cannabis (marihuana) contra los mejicanos. Se convirtieron en iluminados paladines de la guerra contra las drogas de la mano del fanático Harry J. Anslinguer jefe del Departamento de Control de Narcóticos. Este elemento tuvo el apoyo de la cadena de diarios propiedad de William Randolph Hearst que tenía grandes inversiones en la industria del papel y le daba miedo de que el cáñamo se convirtiera en la materia prima para fabricarlo.

Hay otro componente importante en la prohibición, en Estados Unidos, el 80% del presupuesto de las campañas estatales de «vive sin drogas», proviene de la industria farmacéutica, tabaquera y alcoholera. Estas tres están interesadas en que la marihuana por ejemplo, no se legalice, porque se sabe que antes de la prohibición -por los estudios que se realizaron en el 37-, que cuando no está prohibido ni el consumo, ni el cultivo, ni la compraventa de la marihuana, desciende el consumo de tabaco, desciende el consumo de alcohol y desciende el consumo de fármacos. Y esto lo saben los tres estos y por eso financian las campañas de «vive sin drogas».

Pero con el tiempo se va descubriendo la verdad, la lucha de Harry J. Anslinguer en contra de la marihuana fue feroz, y ahora después de más de medio siglo resulta que EEUU es el primer productor del mundo de cannabis.
Basándose en las cifras que reportó en 2005 el Departamento de Estado, Jon Gettman, ex presidente de la Organización Nacional para la Reforma de la Legislación sobre la marihuana y reconocido investigador de Drug Science, realizó un estudio que advierte que Estados Unidos se está convirtiendo en el principal productor de esta planta, pues está produciendo 10.000 toneladas de marihuana anualmente, diez veces más de lo que se producía en 1981. Este mercado está resultando tan rentable, que una cosecha de marihuana deja en el país 35 billones de dólares anuales, superando por casi el doble las ganancias que reportan cultivos de soja, maíz, trigo o tabaco. California es el principal productor de cannabis, con cultivos valorados en 1,5 billones de dólares. El estado de Washington es el segundo con una producción de 438 millones. En el ranking siguen Tennessee, Oregon, Hawai y Virginia.

Y ¡Oh milagro! A pesar de la encarnizada lucha contra las drogas más del 50% del consumo mundial se produce en EEUU. Los últimos datos dados a conocer por la Oficina contra la Droga y el Delito de las Naciones Unidas (Unodc) revelan que casi el cuatro por ciento de la población mundial, es decir, cerca de 162 millones de personas, consumen marihuana y el país en donde residen más de la mitad de los usuarios de esta droga es Estados Unidos. Y la tendencia va en aumento. Indudablemente pueden más los intereses económicos que la protección de la salud publica.

Además es notoriamente conocida las relaciones existentes entre narcotráfico, tráfico de armas y blanqueo de dinero negro y los trapicheos de la Central de Inteligencia Americana (CIA) en este sentido. Documentos desclasificados recientemente demuestran cómo la CIA desarrolló una estrategia para suministrar armas a los iraníes y traspasar parte de las ganancias a la `contra` nicaragüense mediante una triangulación con empresarios de Arabia Saudita y Brunei. Esta operación fue coordinada por el teniente coronel Oliver North, (quien hoy hace ‘negocios de seguridad’ en el Uruguay). Se acusó a altos funcionarios de la administración del presidente Ronald Reagan del gobierno de los Estados Unidos de la presunta organización de una red de tráfico ilegal de armas con destino a Irán, en guerra por entonces con Irak), cuyas ganancias irían destinadas a financiar a la Contra nicaragüense y a la realización de acciones terroristas contra Nicaragua debido al ámbito ideológico de su gobierno que estaba constituido por el Frente Sandinista de Liberación Nacional FSLN.

El aspecto más turbio de esta triangulación fue el uso de cocaína de los carteles colombianos para financiar a la Contra mediante un presupuesto «negro».

En noviembre de 1986 un periódico libanés desveló el tráfico clandestino de armas. Su posterior investigación les llevó a establecer una relación entre la venta de armas y la financiación de la Contra. Oliver North, quien para el momento era teniente del Cuerpo de Marina de los Estados Unidos, resultó ser una de las piezas claves de toda la operación.

Ronald Reagan admitiría el tráfico de armas, justificándolo como acto de buena voluntad hacia Irán, pues en aquel momento estaban secuestrados en el país cerca de 50 ciudadanos norteamericanos, víctimas de terroristas libaneses. De esta manera, era un acto destinado a mejorar las relaciones entre ambos países. Por ello desmintió rotundamente que se estuviera produciendo un cambio de rehenes por armas, y negó, en todo caso, que aquella venta financiase a la organización armada nicaragüense.

En 1987 una comisión de investigación a cargo del ex-senador John Tower emitió una dura condena a la acción presidencial, En 1992 el presidente George Bush padre, vicepresidente entonces, indultó a los seis altos cargos que habían sido encarcelados por haber mentido al Congreso sobre la existencia de la venta de armas a Irán.

Vuelve a quedar claro que la salud pública le importa muy poco al gobierno de los Estados Unidos.

Y con todo esto al igual que un chiste malo aseguran los expertos de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD) en su Informe Mundial sobre Drogas 2007, difundido hoy (26/06/2007) en Ginebra.»El problema de la droga en el mundo empieza a estabilizarse, así que, con suerte, en sólo unos años habrá evidencias estadísticas e incontrovertibles que confirmen esta tendencia». No hay nada mejor que unas declaraciones optimistas, aunque falten a la verdad, para tener la conciencia tranquila con el deber cumplido.

Tampoco le interesa a Estados Unidos la protección de la fauna y la flora en los países sudamericanos productores de coca porque el país que más promueve la fumigación con glifosato en países como Colombia y Afganistán, se niega a usar este químico en su territorio, la explicación es muy sencilla según dijo a la prensa Jackie Long, agente especial supervisor de la Oficina Antinarcóticos del Departamento de Justicia de California, “hay muchos herbicidas que pueden ser usados, pero lamentablemente, debido a que los cultivos están en el bosque, y están mezclados con los árboles y la maleza, fumigar con herbicida devastaría el bosque entero. “Así que eso no pasará aquí”. En casa del vecino si pero en mi casa nunca, bonita filosofía de las dos caras. Lo peor es que con el uso del glifosato también se arruinan las plantaciones de café que podrían ser el sustituto de las plantaciones de coca, si las grandes multinacionales no pagasen el café a precios de derribo. En resumen guerra contra las drogas está condenando a morir de hambre a los pobres agricultores sudamericanos.

Y en lo referente a la salud pública también se ha demostrado la indudable nocividad del glifosato: en primer lugar, la presencia de las dos moléculas químicas producidas por el RoundUp en el 55 por ciento y en el 35 por ciento de las aguas superficiales de los ríos y quebradas. En segundo lugar, estudios de laboratorios científicos: el equipo del profesor Robert Bellé demostró el carácter potencialmente cancerígeno del herbicida. A su vez, trabajos en biología molecular demostraron que el RoundUp es un perturbador del sistema endocrino. Gilles Seralini sostiene que puede haber una relación con los altos niveles de nacimientos prematuros y abortos en las mujeres granjeras que utilizan el glifosato. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) ya reclasificó los plaguicidas que contienen glifosato como clase II, altamente tóxicos, por ser irritantes de los ojos. La Organización Mundial de la Salud, sin embargo, describe efectos más serios; en varios estudios con conejos, los calificó como «fuertemente» o «extremadamente» irritantes. El ingrediente activo (glifosato) está clasificado como extremadamente tóxico (categoría I).

Las fórmulas conteniendo glifosato producen mayor toxicidad aguda que el glifosato solo. La cantidad de Round-Up (glifosato + POEA) requerida para ocasionar la muerte de ratas es tres veces menor que la de glifosato puro. En cuanto a las formas de exposición, la toxicidad de ambas presentaciones (glifosato puro, fórmulas compuestas) es mayor en casos de exposición dérmica e inhalatoria (exposición ocupacional) que en casos de ingestión.

En humanos, los síntomas de envenenamiento incluyen irritaciones dérmicas y oculares, náuseas y mareos, edema pulmonar, descenso de la presión sanguínea, reacciones alérgicas, dolor abdominal, pérdida masiva de líquido gastrointestinal, vómito, pérdida de conciencia, destrucción de glóbulos rojos, electrocardiogramas anormales y daño o falla renal.

No es difícil de adivinar que detrás de tantos intereses económicos y las importantes cifras que mueve el narcotráfico la corrupción y el soborno están a la orden del día y queda claro el porque del empeño de EEUU en mantener la política de prohibición y castigo en la tenencia y consumo de drogas totalmente al margen de la protección de la salud publica.

Firmado: Joan Manuel Riera Casany
Voluntario Social