En algo más de un siglo la ciencia y la técnica han avanzado espectacularmente, se han logrado avances de tal magnitud que nuestros abuelos jamás hubiesen podido imaginar, los sueños de Julio Verne, que parecían inalcanzables, no solo se han hecho realidad sino que se han superado. Paralelamente, aunque no con tanta rapidez, la sociedad, o una gran parte de ella, también ha evolucionado, sobre todo en sus creencias y la forma de pensar y de hacer, especialmente la juventud acepta conceptos que antes estaban prohibidos y  parecían sacrílegos como son el aborto, la homosexualidad, la igualdad de la mujer, los matrimonios gays, el sexo y su ejercicio, entre otros. La práctica, hábitos y costumbres sexuales han sufrido una enorme transformación con el transcurso del tiempo. En mi juventud no acceder virgen al matrimonio era un pecado mortal, por supuesto para las mujeres, porque la nuestra era aún una sociedad machista y al hombre se le permitía todo lo que le era prohibido a la mujer. Nuestra sociedad, la de entonces, era  ya una sociedad de doble moral que creaba bastantes incongruencias, como que por una parte la mujer debía de llegar virgen al matrimonio, pero por otra para el hombre era un signo exterior de riqueza el mantener a una amante y además era algo de lo que presumía con sus amistades. En muchos casos los adulterios  eran conocidos por la esposa pero apechugaba porque el macho era el macho y además podía presumir de riqueza alardeando, con sus “intimas”, de la querida que tenía que mantener su esposo,  en resumen que era un secreto a voces, y en contraposición a esta irracional manera de actuar hablar de sexo con los hijos era tabú y una soltera embarazada era una vergüenza para la sociedad y sinónimo de prostituta.  Era muy usual para los padres usar la frase “hay ropa tendida” cuando estaban hablando de sexo para advertir a los demás que cambiaran de tema por la proximidad de un menor, con lo cual la educación sexual era inexistente y los jóvenes aprendíamos de sexo con los amigos de colegio cosa que nos llevaba a no pocas mal interpretaciones y  particulares deducciones totalmente erróneas o equivocadas. Muchas mujeres el mayor susto de su vida era cuando les venía la menstruación ya que nadie les había hablado ni advertido de ello.

En la actualidad la mayoría de la juventud, sabe lo que es el sexo y no entiende la relación de una pareja sin él y la ciencia le ha puesto instrumentos efectivos para practicarlo sin miedo a provocar un embarazo; las pastillas anticonceptivas y la del día después. Pero a mi entender estas ventajas se convierten en desventajas por la aparición del VIH. Las mujeres pueden practicar sexo sin temor a quedarse embarazadas pero el no usar el preservativo las hace ser victimas y transmisoras potenciales del Sida. La  consecuencia de las creencias anteriores y de su rechazo por parte de la sociedad y la Iglesia hace que muchos vean el preservativo como una herramienta desfasada e impropia para su uso en las relaciones de pareja, cuando en realidad es el elemento más efectivo para evitar la propagación del VIH. Los padres además de informar a los hijos sobre sexo tienen también que prevenir y la mejor prevención contra el sida es de hacerles bien patente la necesidad del uso del preservativo. Resulta que es una realidad la propagación del sida a través de la práctica sexual  y no menos real es la poca atención que la juventud presta al peligro de contagiarse, en peligro siempre ven a los demás nunca a si mismos, eso a mi no me pasará, piensan.

Ya sé que mi escrito escandalizará a unos muchos pero la propagación del Sida es un problema sanitario de primera magnitud,  las mentes ultra conservadoras y la propia Iglesia deberían de reflexionar y cambiar de actitud frente al uso del preservativo, con la aparición y propagación del sida deja de ser el uso del preservativo, le pese a quien le pese,  un problema moral o religioso y se ha convertido en un eficaz elemento sanitario de prevención. 

En muchas familias debido a diversos factores se ha perdido entre padres e hijos el contacto y el diálogo (la televisión, el trabajo de la pareja, el no comer en casa, etc.) y  la forma más despreocupada y cómoda es delegar la educación a las escuelas. Por otra parte el distanciamiento generacional cada día es más amplio lo que añade mayor dificultad al diálogo entre padres e hijos. Pero son los padres los que tienen en primera instancia  la ineludible obligación de recuperar el diálogo perdido y prestar una atención especial a la educación sexual de los hijos, independientemente de lo que ellos opinen y crean  sobre las relaciones sexuales y el uso del preservativo, son ellos y no la escuela los primeros y principales responsables de su educación tanto cívica y social como sexual, la escuela será en todo caso un complemento. Pensarán y creerán lo que quieran pero la realidad es que sus hijos tienen una concepción totalmente opuesta a la de ellos en lo que se refiere al sexo. Tienen, los padres, en este diálogo,  total y legitima libertad de intentar inculcarles sus creencias y principios, al igual que la tienen los hijos de defender y mantener los suyos,  pero la evidencia es la que es y los hábitos y costumbres de la juventud están en otro nivel y es difícil cambiarlos y entonces, por si acaso ocurre, una buena educación sexual,  la recomendación del uso del preservativo y una perfecta exposición de las fatales consecuencias que para la salud ocasiona el sida, son premisas indispensables para que los jóvenes sean responsables y entiendan el porqué del uso del preservativo, para que  el sida no siga proliferando.

Con esta intención se han realizado varias campañas a favor del uso del preservativo pero no solamente es un problema de PÓNTELO es además un problema de LLÉVALO, si se presenta un momento sexualmente ardoroso es impensable que se entretengan en buscar un preservativo, de modo que el mensaje debería de ser ¡el preservativo siempre en el bolsillo o en el bolso!

 El tabú o la desidia de los padres ha hablar abiertamente de sexo con los hijos dándoles una esmerada educación en esta materia es un freno más para la prevención en la propagación del sida.

El diálogo ha sido siempre una eficaz herramienta para el entendimiento entre los hombres, no dejemos que se  pierda.

Firmado: Joan Manuel Riera Casany
Voluntario social