El estudio ‘Maternidad e infancia en contextos de consumo de drogas: compatibilidades y contraposiciones’, de Maria Buera Prius en la Revista de ciencias sociales aplicadas de la Universidad de Girona, trata sobre las situaciones de vulnerabilidad de mujeres madres o embarazas consumidoras de drogas. El objetivo, en palabras de su autora, es analizar las intervenciones terapéuticas y el acompañamiento a usuarias madres o embarazadas de los principales centros de reducción de daños de la ciudad de Barcelona, en clave de perspectiva de género, interseccional y de infancia.
Esta investigación visibiliza la necesidad de incorporar una mirada interseccional y de género, y especialmente tener en cuenta la violencia y estigma institucional ante el binomio maternidad y consumo activo de drogas. Parte de esta violencia institucional es ejercida por profesionales de la infancia y la salud, que muchas veces viene derivada por los sesgos subjetivos y culturales influenciados por la sociedad patriarcal, los mandatos de género y el imaginario social. De hecho, la totalidad de las participantes coincidió en que la presión que recae sobre las mujeres que están vinculadas en los centros de drogas, sea reducción de daños o tratamientos, es desmesurada. Y comparten que la maternidad no es una cosa que la defina el consumo de drogas.
Por otro lado, recalca la importancia de tener una mirada desde la infancia, pero sin jerarquizar los derechos: “El salto cualitativo va más en la línea de entender que la necesidad de la infancia no va en contraposición a la necesidad de la madre”.
También especifica que, a pesar de los estudios y las evidencias sobre los impactos negativos del uso drogas en las habilidades de crianza, la abstinencia no es la única vía para ejercer la maternidad. Poner el foco solo en eso reduce mucho otros factores que están en juego; por esta razón, en los casos donde no sea posible, hay que realizar un acompañamiento. “Las mujeres consumidoras se sitúan en una posición de desventaja y van sumando ejes de opresión, de estigmatización e interseccionalidades. Consideradas como la excepción de la norma, es más que probable que, desde la perspectiva interseccional, se vean atravesadas por un triple estigma: la socialización de género, el consumo de drogas y la maternidad”.
Además, la retirada de la custodia supone una experiencia traumática para las madres que puede generar un aumento en las causales que las llevan al consumo de drogas. Al igual que acusar a la mujer de “mala madre”, estigmatizándola bajo premisas morales personales y dando por hecho que el vínculo con sus hijos e hijas está roto. Igualmente, los espacios preinfantiles no tienen o no están pensados en clave de consumo: “No hay ningún recurso en Barcelona para madres usuarias o embarazas que consuman y sus hijos”.
Todo ello evidencia la necesidad de diseñar e implementar recursos con perspectiva de género, interseccional y de infancia, que pongan el foco de intervención en las compatibilidades y las contraposiciones que supone la maternidad y el consumo activo de drogas.
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