El consumo de fentanilo ilegal procedente del narcotráfico está generando una auténtica ola de autodestrucción entre las poblaciones vulnerables, provocando muertes por sobredosis y amputaciones de miembros. También escenas escalofriantes de personas ausentes y sin control de sus movimientos más básicos que circulan cada vez más por las redes sociales. Pero lo ha generado en Estados Unidos; la situación en España y en Europa es harina de otro costal.
El último anuario estadístico publicado por el Ministerio del Interior, cuyos últimos datos son del año 2021, detalla las cantidades de drogas ilegales incautadas por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Los últimos datos dicen que en España se interceptaron más de 49 toneladas de cocaína —un 33 % más de lo que se hizo en el 2020— y, entre otras muchas drogas, casi 240 kilos de heroína —de nuevo, un 33 % más que en el 2020—. A falta de datos epidemiológicos robustos sobre el consumo ilegal de fentanilo en territorio nacional, resulta esclarecedor el dato de gramos incautados de este opiáceo en España en el 2021. El alijo ascendió a 21 gramos —en el 2020, fueron 15—, una cifra residual que evidencia un panorama completamente diferente al que se vive en San Francisco, Filadelfia, Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos, territorios que viven un grave problema de adicción entre sus poblaciones. Eso al otro lado del charco, porque en el territorio europeo la situación es muy distinta. De hecho, la Estrategia Nacional sobre Adicciones, un documento elaborado por el Ministerio de Sanidad que traza las líneas estratégicas para la lucha contra consumos abusivos de aquí al año 2027, no menciona el fentanilo ni una sola vez en 69 páginas de documento.
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