Entre las necedades más necias de que haya tenido noticias, está la de algún fanatismo fundamentalista (aunque sin fundamento) por la que en un centro de tratamiento de farmacodependencias no se celebraba el Día Mundial contra la Droga, pues sus ideólogos comandantes argumentaban que era una trampa de las Naciones Unidas, del capitalismo salvaje.

Pero había que calársela (la necedad) en función de necesidades perentorias concernientes a decenas de pacientes y centenas de sus familiares, en mayoría provenientes de sectores humildes. Por lo mismo había que calarse las reuniones especiales a que se convocaba a los beneficiarios del centro en vísperas de elecciones. Entonces un desvergonzado profesional desplegaba su labia más populista y populachera para destacar las bondades de aquel centro, bondades que sus usuarios debían agradecer a los muy preocupados gobernantes “que esforzadamente rigen los destinos sagrados de la nación”. “Porque ellos están en sus altos cargos, pueden ustedes estar aquí”, culminaba la perorata. ¡Ay, Agradecimiento, cuántas rodillas son doblegadas en tu nombre!

Lo narrado es muestra del daño moral que conlleva la acción ante las adicciones, en especial las drogadicciones, cuando se la realiza anteponiendo objetivos ideologizantes o ideologistas a los específicos de la prevención o el tratamiento. Ese daño moral, acompañado de daño generalmente psíquico, se produce independientemente de que la deformación ideologista sea en su rigen de naturaleza social, política, racista, religiosa, laicista, sectaria o personalista; sea que se genere en el sector público o en el privado.

Pues si se sabe, como sabemos, que entre los efectos de las adicciones está la pérdida de valores como la vergüenza, la honestidad, la dignidad, entonces se advierte que similares efectos derivan de la ideologización que hunde al individuo en otro pozo hondo y oscuro con la pérdida de su autoestima. El ideologismo resulta otra droga.

El domingo próximo es el “Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas”, según la cuidada denominación que en 1987 le dio la Asamblea General de las NU. Más conocido como Día Internacional contra la Droga, es bueno que entre sus propósitos se incluya el rechazo a la ideologización de la prevención y el tratamiento.

Entre nosotros, como en otras partes, cabe añadir “si es que se lo celebra”, pues por la inoperancia burocrática la fecha tiende a ‘congelarse’ en frías declaraciones y helados actos. No se entiende aún que ella sirve para incentivar actividades preventivas en todo cuanto sitio la comunidad viva la amenaza del narcotráfico y las familias sufran los daños que la enfermedad adictiva causa entre sus integrantes, sobre todo si son adolescentes o jóvenes.

Es ese el sentido cabal que a la fecha confirieron los pueblos en las NU y el que debemos recuperar en Venezuela, donde al avance de las drogadicciones se suma la inseguridad. Por tanto, nos corresponde iluminar con luces racionales el 26 de Junio.

Firmado: Silvio Orta Cabrera
Venezolano. Ucevista, Licenciado en Letras. Profesor universitario jubilado. Columnista de prensa.