Un cocainómano pierde el control en su “búsqueda imperiosa de la dosis y de su consumo”. Lo mismo ocurre con un alcohólico, un fumador o un heroinómano. Las investigaciones del Instituto de Drogas y Conductas Adictivas (IDYCA) de la Universidad Cardenal Herrera-CEU se centran en este mecanismo cerebral “para buscar mejores tratamientos”, explicó ayer el profesor Javier Romero.

La consolidación de la cocaína es mayor de lo que los estudios mostraban, hasta ahora. Un avance de la última encuesta realizada en la ciudad de Valencia por la Conselleria de Sanidad sitúa en el 10,9% la proporción de jóvenes de 25 a 34 años que esnifan habitualmente cocaína.

Dicho de otra forma: casi uno de cada nueve jóvenes preguntados (la tasa es 9,2 de cada 100) habían tomado esta sustancia en los 30 días anteriores a la encuesta. Durante la presentación del congreso que organiza el IDYCA la semana próxima, la directora general de Atención a la Dependencia, Sofía Tomás, matizó que los cifras aún no son definitivas. “No están trabajadas”, reiteró.

Cambia la tendencia
Los últimos datos definitivos, del año pasado y de toda la Comunidad, rebajaban este tipo de consumo al 2,2% de la población en general. Los anteriores (del año 2002) hablaban de un 2,5%.

Las cifras de la población en general de Valencia (no sólo en jóvenes) fijan ahora el consumo en el 3,7%. Esto es casi el doble con un solo año de diferencia.

Y choca con que el consumo frecuente (semanal) era del 0,4% en toda la Comunidad, la mitad que el 0,8% del año 2002.

Más en hombres
Existen diferencias en las tasas de hombres (7,3%) y mujeres (1,4%). El consumo es mayor en una zona urbana como Valencia que en áreas rurales, argumentó Tomás.

Javier Romero, director del IDYCA y en cuyas investigaciones colabora la unidad de Resonancia Magnética del Hospital Arnau de Vilanova (gestionada por Eresa), explicó la enorme importancia de los estudios sobre la base neurobiológica de la adicción a la cocaína, sus efectos en el cerebro.

Existen pocas conclusiones científicas y apenas hay estudios en Europa. Por ejemplo se conoce poco de su síndrome de abstinencia, a diferencia de otras sustancias, como la Psicosis Cannábica: el “mal rollo” durante el mono del cannabis.

Tomás y Romero recordaron los riesgos y la incidencia de otras sustancias, como el alto índice de consumo de tranquilizantes en mujeres de mediana edad que ya arrojaban las encuestas del año 2000.

También sigue creciendo la cantidad de jóvenes menores de 30 años denunciados por tenencia o consumo de drogas en la vía pública (no por tráfico) y que piden cambiar la multa por un cursillo. Este año ya lo han solicitado 2.069.