La desobediencia vial se ha saltado sus propios límites. A la peligrosidad de conducir bajo los efectos del alcohol hay que añadir la de hacerlo habiendo consumido drogas. Que la gente se pone al volante con unos «tiros de cocaína» y unas copas de más es algo conocido, pero no probado. Pero ahora sí hay instrumentos que ayudan a detectarlo. Y a certificarlo. La coca, el cannabis, las anfetaminas y los opiáceos ya no son sustancias invisibles. Basta con una muestra de saliva y 15 minutos para saber si un conductor ha ingerido algún tipo de psicotrópico o depresor del sistema nervioso que lo inhabilite para la conducción.
Aunque en España estos controles no están extendidos -se pretende que a finales de 2006 lo estén-, existen datos de Cataluña que evidencian que estamos ante una realidad nefasta. Dos de cada tres pruebas de drogas realizados en las carreteras catalanas durante 2005 dieron positivo. Esto, en términos absolutos, significa que 446 de los 675 conductores examinados habían tomado alguna sustancia ilegal. E incluso dos o más. La elevada estadística puede explicarse, en parte, porque la mayoría de los controles se realizaron en zonas nocturnas de ocio. Pero ni aún así se justifica. Francisco Fermerón, sargento del Área Central de Investigación de Accidentes de los Mossos d’ Esquadra, explicó ayer a este diario que «el procedimiento de detección es muy sencillo».
El localizador de la droga es, según explica, como un «chupa chups» que lleva una esponja en su parte superior; dicha superfecie es en la que se recoge la muestra de saliva. «Luego-explica Fermerón- se presiona la esponja contra el test de drogas y en él se puede ver si el examinado ha tomado alguna sustancia ilegal y qué sustancia es».
Durante 2005, los Mossos realizaron casi 700 exámenes con los siete aparatos de los que disponen en Cataluña. En el área metropolitana fue donde más pruebas se realizaron, 290. De ellas, 228 dieron positivo. En el área de Tarragona se realizaron 122 «drogotest», de los que 94 tenían un resultado también positivo. En el resto de zonas se realizaron 263 con resultados ligeramente inferiores a la media anterior.
Normalmente, las pruebas se hicieron paralelas a las de alcohol. «Si hallábamos alcohol en sangre no les sometíamos a la detección de drogas. Si no encontrábamos, sí. De lo que se trata es de prevenir no de poner infracciones», explica el sargento.
El procedimiento si se localiza cocaína, cannabis o cualquier estupefaciente es el mismo que con el alcohol: se inmoviliza el vehículo para evitar que se pueda producir algún accidente. A partir de ahí, el conductor puede pedir un segundo análisis para cerciorarse de que hay algo en su sangre. «Normalmente nadie lo pide. Porque las personas a las que les da positivo son conscientes de que han tomado algo y no quieren seguir ahondando en el hecho de que los hayan pillado», explica el sargento Fermerón.
«En caso de pedir un nuevo test -continúa-, se da la posibilidad de que sea de saliva o de sangre. Cuando ya se ha contrastado, y se ve que vuelve a dar positivo, se envía al instituto toxicológico y, luego, una vez que tenemos el resultado definitivo, cursamos la pertinente denuncia».
La mayor parte de los controles realizados en Cataluña se llevaron a cabo en zonas muy concretas y, especialmente proclives a la ingesta de drogas. De ahí que la tasa de positivos sea tan alta. Fermerón narra que casi todos los controles se hicieron entre las 6 de la madrugada y las 12 del mediodía. La edad de los «pillados» oscilaba entre los 18 y los 30 años. La juventud de los consumidores preocupa. Sobre todo si se tiene en cuenta que un alto porcentaje de los fallecidos en accidente de tráfico es menor de 30 años.
En todas las regiones. Como ha quedado demostrado (en diversos estudios) que la influencia de las drogas en la conducción es altamente nociva, y como también se ha indicado, año tras año, que las muertes de jóvenes en carretera aumentan, la Dirección General de Tráfico extenderá estas pruebas a todo el territorio. No tienen muy claro cuándo podrán estar generalizadas, pero la intención es que sea a finales de 2006. De momento, se ha puesto en práctica una experiencia similar a la catalana en Galicia: se vigila zonas de ocio, se suele realizar a horas intempestivas, la población es joven… «De todas maneras explica Juan Carlos González Luque, asesor médico de la DGT, los controles que nosotros estamos realizando son meramente informativos. De momento, no hemos puesto una multa a nadie ni se ha cursado ninguna denuncia». «De hecho, nosotros pedimos permiso a las personas a las que tomamos las muestras; les explicamos que estamos iniciando un programa piloto para ver la viabilidad de los aparatos detectores de drogas y que si se prestan. Es decir, el sometimiento a este tipo de exámenes es voluntario».
Con estos exámenes, la DGT quiere buscar el instrumento más fiable, el más cómodo y el más fácil de usar tanto para el examinado como para el examinador.
González cuenta que este proyecto no es algo aislado: «Estamos involucrados en varios planes europeos. Hay un objetivo común que es la reducción de la mortalidad en carretera y, por ello, cualquier manera de combatirla es válida».
«Ya hemos avanzado mucho» -dice el asesor médico-. Los objetivos principales ya están fijados: ver si las máquinas funcionan; conocer la influencia de la droga en el conductor (el más difícil); y fijar una serie de procedimientos jurídicos y administrativos que castiguen a los infractores. Ahora, lo que queda es desarrollar una estrategia común: fijar unas tasas para cada sustancia. Es decir, igual que el conductor no puede superar el 0,5 de alcohol en sangre, se tendrá que fijar una cantidad de cocaína máxima; otra para el cannabis (aunque esta sustancia es, por sus características, la más complicada de detectar); otra para los opiáceos, las anfetaminas…
«La vía administrativa -cuenta González- tendrá sólo en cuenta la presencia de cualquier sustancia en la sangre o la saliva; la vía judicial, por el contrario, se fijará en la influencia que haya ejercido el psicotrópico sobre la persona y sobre su capacidad de conducción».
De lo que se trata, por tanto, es de armonizar; de fijar unos niveles paralelos. Además, se pretende que estas tasas sean parecidas o iguales en toda Europa. Aunque la paridad de criterios no se alcance hasta más adelante, España intentará poner en marcha esta experiencia a finales de 2006. Lo que significa que, en unos meses, podría haber sanción económica elevada y retirada de carné por consumo de drogas.
La asociación de Automovilistas Europeos Asociados (AEA) aseguró ayer que el permiso de conducir por puntos, que entrará en vigor en julio, será «inviable e imposible de aplicar», ya que contraviene la directiva europea, según la carta que enviará hoy al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
El presidente de AEA, Mario Arnaldo, explicó en declaraciones a Ep que la directiva comunitaria establece cuatro requisitos para obtener el permiso de conducir: una edad mínima, un examen teórico y otro práctico, y una prueba psicotécnica.
Sin embargo, el nuevo carné por puntos tendrá un requisito más: no perder los puntos para poder conducir, y este aspecto contraviene, según Mario Arnaldo, la normativa europea. Además, el permiso de conducir por puntos sólo se aplicará a los españoles, ya que los extranjeros, tanto residentes como turistas, no se verán afectados por este nuevo carné, lo que según el presidente de AEA es «una barbaridad y una discriminación».
Arnaldo, además, apuntó que el carné por puntos francés es una sanción, no un requisito, por lo que sí respeta la directiva europea y por lo que el del país vecino no tiene que ser retirado.