Más del 60% de las urgencias de Psiquiatría tiene origen en el consumo de sustancias tóxicas, y se prevé que en 2025 el 65% de los tratamientos de esa especialidad médica tendrá que ver con la patología dual o concurrencia de trastornos adictivos y otros trastornos psicopatológicos. Ignacio Basurte, psiquiatra de la madrileña Fundación Jiménez Díaz, completa esos datos con una advertencia sobre los altísimos riesgos cruzados entre drogadicción y enfermedad mental, que se agravan por la escasez de dispositivos asistenciales para su imprescindible abordaje conjunto e integral.
Quienes sufren ambos trastornos a la vez «no están bien atendidos por separado», añade Carlos María Álvarez, experto en drogas y presidente de honor de la Asociación Española de Patología Dual (AEPD). Y pueden llegar a ser, en palabras de Basurte, «como una pelota que va pasando» de un sitio a otro y acaba en «la familia, que es la que lleva el mayor peso». Tanto en los dispositivos de drogas como en los servicios de enfermedades mentales, remacha el experto, hay un «infradiagnóstico de patología dual».
Compañeras peligrosas
Eso, y la falta de estudios epidemiológicos -Madrid va a empezar uno para comprobar su alcance y evolución en la región-, explican la insuficiente conciencia médica y social sobre un problema que, a juicio de los expertos, ya deja vislumbrar serios riesgos. El psiquiatra y vicepresidente de la AEPD, Pablo Vega, habla de «bomba de relojería con el consumo de estimulantes», de la que asoma «ahora la punta del iceberg por el consumo de coca» y que aboca a la aparición de trastornos mentales relacionados con tal hábito.
Cada vez más, la drogadicción y la psicopatología son peligrosas compañeras de viaje.
«No todas las toxicomanías están asociadas a una patología mental», aclara Álvarez, pero el experto en drogas recalca que «el riesgo aumenta conforme crece el consumo de sustancias; sin duda».
Un estudio piloto de la Jiménez Díaz le da la razón. Con datos de pacientes atendidos más de diez veces en salud mental, explica Basurte, se constata una «importante incidencia de consumo de sustancias» y la fuerte interrelación entre psicopatologías y adicciones. «Cuando existe un trastorno de personalidad, el riesgo de que haya también un consumo de sustancias tóxicas es elevadísimo», recalca el psiquiatra, que lo multiplica por seis en el caso del alcohol. Y remacha: «Multiplicado por tres, el riesgo ya es bastante alto».
Tolerancia temeraria
Esta referencia resulta aún más preocupante en el trastorno límite de personalidad, donde el riesgo de concurrencia con el consumo de múltiples sustancias psicotrópicas se multiplica por 21.
De forma separada, la relación es también inquietante en el cannabis y los opioides (riesgo multiplicado por ocho en ambos casos), en los hipnóticos (por 18) y en la cocaína (por 19), aunque los expertos recuerdan que el escenario español de las toxicomanías está dominado desde hace tiempo por el «policonsumo». En suma, mayor peligro. «Lo que está ocurriendo en España es único», se lamenta Álvarez, que advierte de que «pagaremos caros la facilidad de obtención de drogas, su bajo precio y la asombrosa tolerancia social, que no existe en ningún país industrializado. Se pagará, seguro». Vega coincide en que el gran problema es el acceso sencillo y barato a las sustancias tóxicas -cada vez más adulteradas y de menor calidad, precisa–, cuyo «uso está bien visto para triunfar o estar en forma… hasta que surge el problema».