Investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) descubrieron que la deficiencia de proteínas en períodos previos y posteriores al nacimiento, en coincidencia con el período de mayor crecimiento del cerebro, tiene efectos negativos para el organismo: lo vuelve más vulnerable al consumo de drogas y facilita la reincidencia.
Si bien los resultados de estos estudios sólo se comprobaron en experiencias con ratas, los científicos aseguraron que podrían ser extrapolables a los seres humanos. Y con ello hasta se mejorarían las estrategias terapéuticas destinadas al tratamiento de las adicciones.
Tal como dio a conocer la casa de altos estudios en un informe publicado en la última edición de Hoy la Universidad, hasta el momento diversos estudios señalaban que la deficiencia nutricional temprana en animales induce alteraciones en diferentes parámetros anatómicos, neurológicos y conductuales, pero nunca sobre la probabilidad de desarrollar adicciones.
Incluso la medicina ya había demostrado que falencias importantes en la alimentación durante los primeros años de edad pueden generar problemas de aprendizaje y disminuir el coeficiente intelectual.
Por eso, con el objetivo de hallar nuevas evidencias en este sentido, un equipo de científicos del Departamento de Farmacología de la Facultad de Ciencias Químicas indagó si en los estadios iniciales de la vida, la hiponutrición -falta de alimento suficiente para el normal crecimiento y desarrollo- puede volver al individuo adulto más vulnerable a las drogas psicoactivas.
Tras analizar las pruebas experimentales con ratas descubrieron que episodios severos de desnutrición en etapas tempranas, seguidas por prolongados períodos de recuperación nutricional, provocan un reforzamiento positivo incrementado ante ciertas drogas psicoactivas y aumentan sensiblemente el deseo compulsivo por consumir durante la abstinencia. Este último dato resulta clave, porque desencadenaría más rápidamente la reincidencia.
Lo alarmante de la hiponutrición temprana es que produce alteraciones permanentes a nivel del sistema nervioso. Esto implica que, aun en caso de recuperar su condición nutricional, las consecuencias negativas perduran: el daño ya se ha producido y es irreversible.
El estudio, que indagó el fenómeno con cocaína y morfina, fue desarrollado durante seis años en el marco de una tesis doctoral realizada por Analía Valdomero. Si bien los investigadores son cautos a la hora de realizar generalizaciones y advierten que se trata de resultados que hasta ahora sólo han sido verificados con animales de laboratorio, indican que la asociación positiva entre desnutrición y adicciones podría registrarse también entre los seres humanos.
Refuerzo y sensibilización
De acuerdo con la información publicada por la UNC, el organismo utiliza los aminoácidos aportados por las proteínas para sintetizar enzimas, hormonas y neurotransmisores, entre otras sustancias indispensables para su regular desarrollo y evolución.
El modelo experimental aplicado por los científicos de la UNC consistió en suministrar dietas hipoproteicas a los animales. Detectaron que la deficiencia de estas macromoléculas produce alteraciones en diferentes sistemas neuronales, especialmente en el dopaminérgico mesocorticolimbico, responsable de la sensación de placer que se siente al administrar la droga.
«Estudiamos si la injuria nutricional durante el período perinatal (antes y después del nacimiento), en coincidencia con el desarrollo del sistema nervioso central, facilita la generación de un proceso adictivo», explica Valdomero. Debido a que la escasez proteica en una etapa crítica para el desarrollo afecta al sistema nervioso y las secuelas son permanentes, los investigadores pudieron evaluar los efectos del tratamiento en animales adultos.
Para ello, realizaron análisis comportamentales (neuroquímicos e inmunohistoquímicos) destinados a examinar dos fenómenos: el reforzamiento positivo y la sensibilización conductual. El primero es la herramienta experimental para inferir placer a un animal. Se trata de determinar el impacto que tiene la droga: si le resulta agradable, hay mayor probabilidad de que su consumo se repita y puede desencadenar un proceso adictivo.
El segundo caso es el que subyace al deseo compulsivo por consumir la sustancia, que puede aparecer aun luego de años de abstinencia. «Observamos que los animales hiponutridos presentaron mayor reforzamiento positivo y el fenómeno de sensibilización a los efectos de la cocaína y morfina se indujo con dosis bajas, las cuales resultaron inefectivas en el grupo de control (roedores que no fueron sometidos a una dieta insuficiente en proteínas a fin de comparar los resultados entre ambos grupos)», subraya.
Esto significa que, ante una misma dosis y debido al mayor impacto que producen estas sustancias, los animales hiponutridos tendrían más probabilidad de desarrollar adicción y de reincidir luego de un período de continencia.
Valdomero insiste en que las secuelas generadas por la desnutrición no son revertidas posteriormente por una nutrición balanceada, las alteraciones neuronales persisten toda la vida, tornarían al organismo más vulnerable y facilitarían los procesos adictivos. De todos modos, aclara que la hiponutrición perinatal sería un factor de riesgo adicional a los ya conocidos y que no es excluyente para convertirse en «adicto» a estas sustancias.