¿Puede un toxicómano liberarse de su adicción si no percibe efecto alguno al consumirla? ¿Y un fumador compulsivo? Las compañías farmacéuticas ponen a prueba nuevos tratamientos que bloquean en el cerebro las sensaciones placenteras que originan la nicotina, la cocaína o la heroína, entre otras sustancias adictivas. Son las vacunas ‘antiadicción’. Quienes trabajan con ellas dicen que es «como coserle la boca a un comedor compulsivo». Ciento cincuenta españoles probarán la eficacia de una de ellas para desengancharse de la cocaína a finales de año.

La base de este tratamiento antiadicción es la de una terapia inmunológica. Las vacunas administran o generan anticuerpos que ‘secuestran’ la droga de abuso en el torrente sanguíneo antes de alcanzar el cerebro. Ni la nicotina, ni la cocaína provocan en el organismo una respuesta inmunológica, como ocurre con los virus y las bacterias que causan enfermedades. La respuesta inmune o los anticuerpos los genera la vacuna y se adhieren a la sustancia de abuso. La unión genera un compuesto demasiado grande para cruzar la barrera hematoencefálica, el obstáculo que pone el torrente sanguíneo para proteger el cerebro. Con esta maniobra, las vacunas disminuyen o eliminan el placer asociado al consumo. Los ensayos clínicos necesarios para ponerlas en el mercado ya están en marcha.

Dejar de fumar, más fácil

La vacuna antitabaco es la que lleva más ventaja. Los estudios en voluntarios necesarios para comercializarla entrarán el próximo año en la última etapa de pruebas clínicas y podría aprobarse en tres o cuatro años. Con ella los fumadores tendrán una ayuda más para dejar de fumar, y se confía en que los que aún no han fumado puedan también vacunarse para no caer en la tentación.

El fármaco consigue que la sustancia no llegue al cerebro y no se produzca adicción, por lo que podría ayudar a prevenir el consumo en adolescentes. Se piensa que también evitará recaídas en personas que han abandonado el hábito, y podrá ayudar a mujeres embarazadas. Estudios con animales han demostrado que la vacuna impide la llegada de la nicotina al cerebro del feto y previene que los niños se conviertan en fumadores en potencia.

Las compañías farmacéuticas también tienen a punto vacunas que inhiben los efectos placenteros de la cocaína, una de las adicciones que más preocupan en nuestro país. Un ensayo a gran escala con esta vacuna está a punto de comenzar.

A finales de año o comienzos de 2008 arrancará el estudio internacional que pondrá a prueba la primera ayuda farmacológica para luchar contra la cocaína. España ha sido uno de los países elegidos para participar. Lo hará con 150 adictos a la cocaína que recibirán el nuevo tratamiento en tres hospitales españoles de Madrid, Barcelona y Valencia, con cincuenta enfermos por centro.

El Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, y el Sant Pau, de Barcelona, son dos de las instituciones que utilizarán este tratamiento en sus pacientes, con una terapia psicológica imprescindible para tener éxito. «Ningún tratamiento de la adicción a la cocaína funcionará sin apoyo psicológico. Es un imperativo», asegura José Pérez de los Cobos, psiquiatra del Hospital Sant Pau y coordinador del ensayo en España.

Cuatro dosis

Los pacientes recibirán probablemente cuatro dosis, una al comenzar el tratamiento y otras tres de recuerdo. El requisito para participar es tener un diagnóstico de dependencia a la cocaína, con o sin consumo de alcohol, y no estar enganchado a otros opiáceos, como la heroína. Un perfil que encaja con el adicto tipo de nuestro país: adultos entre 25 y 45 años, con problemas de alcohol, integrados en la sociedad y absolutamente dependientes aunque se limiten a consumir el fin de semana. Sólo se utilizará en personas que ya han desarrollado la adicción, no como prevención en poblaciones de riesgo.

La vacuna administrará una molécula muy parecida a la de la cocaína, pero adulterada para que sea reconocida por el sistema inmune como una sustancia extraña. Así el organismo actuará provocando anticuerpos que impidan a esas moléculas alcanzar el cerebro. Con independencia de la vía de entrada que se elija para consumir la cocaína -inyectada, fumada o esnifada-, la droga llega al cerebro a través de la sangre. Las moléculas de la cocaína son tan pequeñas que atraviesan la barrera hematoencefálica.

La vacuna anticocaína absorbe la droga como una esponja, para impedir su paso al sistema nervioso y su efecto placentero. Su objetivo es que los adictos abandonen poco a poco el hábito al no conseguir lo que buscan.

Lo que aún no se sabe es si logrará anular por completo las sensaciones que proporciona la droga. En estudios piloto se ha visto que la respuesta puede ser variable. «Los efectos desaparecen por completo en algunos adictos, y la eficacia es menor en otros. Parece que existe una variabilidad individual que comprobaremos en el estudio. En algunas personas se necesitarán más dosis para que el sistema inmune genere suficientes anticuerpos para impedir que la cocaína alcance el cerebro», señala Pérez de los Cobos. El estudio determinará si los efectos euforizantes de la cocaína se anulan total o parcialmente.

Naltrexona y heroína

El nuevo tratamiento ha despertado muchas esperanzas entre los expertos en adicciones, aunque una experiencia similar en heroinómanos no consiguió los resultados esperables.

La estrategia era diferente porque no buscaba la reacción del sistema inmune, pero tenía el mismo objetivo: anular los efectos de la heroína y los opiáceos. Combinaba desintoxicaciones rápidas con unos implantes subcutáneos que liberaban progresivamente naltrexona en el organismo. Este fármaco también es capaz de vencer el deseo físico de la heroína. No hubo buenos resultados.

«Tengo esperanzas en la nueva vacuna de la cocaína, pero debemos saber que aún hay mucho trabajo por hacer. Hay que valorar muy bien los efectos secundarios y las dosis más apropiadas antes de ofrecerlo como tratamiento. No tendremos una vacuna a corto plazo», advierte la psiquiatra Enriqueta Ochoa, del Ramón y Cajal.