La cuarentena pone a prueba los procesos de desintoxicación. Drogadictos que han vuelto a casa y sus familias relatan su experiencia.

José María se ha encerrado, literalmente, en su casa de Montilla (Córdoba). Ha dado varias vueltas a la llave por dentro y la ha escondido. Es una de las recomendaciones que les dieron en la terapia para familias de toxicómanos. Su hijo, que se llama como él y tiene 47 años, lleva más de dos décadas enganchado a las drogas: primero a la cocaína y después a la heroína. Desde el pasado 2 de enero estaba interno en un centro de Proyecto Hombre, pero la crisis del coronavirus ha obligado a la asociación a reorganizarse: los internos con red familiar han vuelto con sus padres y las terapias de grupo se hacen ahora por videollamada. Los que no tienen un sitio al que volver o a quién acudir y los que necesitan mayor vigilancia permanecen en los centros. Varios terapeutas han ido a encerrarse con ellos para evitar recaídas.

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