El cerebro de los adictos a la cocaína posee una menor sensibilidad ante motivaciones abstractas como el dinero, según un estudio del Laboratorio Nacional Brookhaven del Departamento de Energía estadounidense que se ha hecho público durante la reunión anual de la Sociedad de Neurociencia que se celebra en San Diego (Estados Unidos).
Según Rita Goldstein, directora del trabajo, «esta sensibilidad alterada a la recompensa podría ayudar a explicar por qué algunos individuos adictos a las drogas son incapaces de modificar su conducta de consumo a pesar de las consecuencias negativas a las que se enfrentan y a los incentivos positivos del cambio de conducta».
Los investigadores estudiaron a 18 consumidores de cocaína y a 18 controles emparejados a ellos según su edad. Estos sujetos fueron provistos de un gorro de electrodos para medir su actividad cerebral después de que se les instruyera en cómo presionar o no presionar un botón en respuesta a ciertos estímulos visuales.
Los científicos dijeron a los participantes que podían ganar varias cantidades de dinero por actuar de forma rápida y exacta durante esta tarea.
Los científicos estaban especialmente interesados en el componente P300 de las ondas cerebrales durante la tarea ya que este potencial de voltaje relacionado con la presentación de estímulos nuevos o significativos está atenuado en individuos adictos al alcohol y en su descendencia. El estudio actual muestra por primera vez una respuesta P300 atenuada ante una recompensa abstracta generalizada y común, el dinero, en individuos adictos a la cocaína que han tomado la droga de forma reciente.
En el estudio los individuos sanos del grupo control realizaron de forma más rápida y exacta la tarea y su respuesta P300 fue más elevada cuando se les ofrecía una recompensa monetaria en comparación con las situaciones en las que no existía tal retribución económica.
En el caso de los adictos, las respuestas ante el dinero tanto en las medidas cerebrales y conductuales fueron menores. Además, aquellos que tomaron la cocaína de forma más frecuente durante el año anterior eran los más incapaces de mejorar su conducta en respuesta a la recompensa económica.
Los resultados confirman descubrimientos de estudios anteriores del grupo investigador en los que se utilizaban imágenes de resonancia magnética funcional para demostrar una alteración similar en la sensibilidad neural ante las recompensas económicas en los adictos a la cocaína.
Según los investigadores, sería interesante examinar si existen diferencias entre los consumidores de cocaína estudiados, que no siguen ningún tratamiento, y aquellos tratados o en abstinencia durante largos periodos. Esta comparación permitiría determinar si se puede esperar una recuperación de la sensibilidad a la recompensa y evaluar el tiempo que requeriría este proceso.
Acerca de la cocaína
Es un alcaloide contenido en las hojas del arbusto «Erythroxylon coca» siendo químicamente un derivado de la latropina. Es un estimulante cerebral extremadamente potente, de efectos similares a las anfetaminas. Además, es un enérgico vasoconstrictor y anestésico local, siendo absorbido por las mucosas nasales cuando se la aspira, se metaboliza en el hígado y se elimina por la orina. Inicialmente se utilizó como anestésico local y como parte de un tónico estimulante (Vino Mariani), pero al evidenciarse su efecto adictivo se consideró como droga ilegal desde principios del siglo XX. Se aisló químicamente en Alemania en 1857 obteniendo el Clorhidrato de Cocaína de alto poder adictivo.
Es altamente adictiva físicamente ya que el organismo no presenta síntomas de saturación (como en el alcohol o la nicotina). El adicto, si tiene acceso a ella, puede suministrarse dosis constantemente provocando la muerte por agotamiento, ataque al corazón o bien derrame cerebral.
Su potencial adictivo en promedio es «Alto» y su consumo puede ser: Inhalada (Clorhidrato de cocaína, polvo blanco); Fumada (base libre, CRACK); o bien por inyección intravenosa, siendo estas dos últimas las formas de consumo más adictivas.
Produce un alto grado de tolerancia y desarrolla una intensa dependencia tanto física como psicológica. Presenta un grave síndrome de supresión al dejar el consumo.
Efectos físicos: Anestésico local. Energizante cerebral. Insomnio y Anorexia. Aumento de pulso, temperatura, frecuencia cardiaca y respiratoria. Vaso constricción y dilatación pupilar.
Se presentan múltiples síntomas físicos como ojos vidriosos, tos crónica, taquicardia, dilatación pupilar, pérdida de sueño, irritación y sangrado nasal, elevación de tensión arterial, sudoración o escalofríos, nauseas o vómitos, alucinaciones visuales y táctiles, gripas crónicas y pérdida del apetito.
Efectos psicológicos: Producen sensación de euforia y de extrema seguridad en si mismo además de un estado de alerta intenso, seguido de depresión. Provoca actitudes agresivas y temerarias, así como estados de paranoia. Cambios en el estado de animo.
También los cambios conductuales son numerosos; euforia, agresión, grandiosidad, estado de alerta, agitación psicomotriz, sentimientos paranoicos y deterioro en el proceso de pensamiento.
El consumo de la cocaína se asocia con poder, prestigio y dinero. Se cree que la cocaína aumenta lo potencia sexual y la seguridad en sí mismo, que da mayor claridad mental y que posibilita un mejor rendimiento en las labores escolares y deportivas. Estos siguen siendo mitos, puesto que en la realidad la persona que utiliza cocaína pierde dinero, ya que es extremadamente cara; el prestigio que le ofrece es únicamente en el medio en donde se consume.
La cocaína produce desinterés sexual y llega a causar impotencia. El consumidor se vuelve altamente inseguro, sobre todo al dejar de usarla, pierde la capacidad de coordinar un pensamiento lógico y coherente; provoca un deterioro paulatino en la capacidad de aprendizaje.
El mecanismo de acción de la Cocaína implica a las Catecolaminas y muy en especial a la Dopamina (neurotrasmisor asociado con las sensaciones placenteras, provocando un exceso de estimulación).
Esta droga aumenta la eficacia sináptica de la Dopamina e inhibe su recaptura lo que genera un estado de excitación y aumento de la energía mental y física, desaparece la fatiga y se eleva el estado de ánimo. Cuando la cocaína es mezclada con carbonato de manganeso por algunos comercializadores, puede provocar síntomas parecidos al mal de Parkinson. Además de la dopamina, la cocaína incrementa enormemente los niveles de adrenalina, elevando la presión sanguínea y el ritmo cardiaco.
Al contraer los vasos sanguíneos, reduce el aporte de sangre al corazón, mientras que la adrenalina exige mayor actividad; esta contradicción provoca enfermedades cardiacas severas. Asimismo, produce lesiones perforantes en el tejido de soporte de la nariz desde la primera vez que se aspira, rinitis, sangrado nasal, sinusitis y dificultad para respirar. Cuando se fuma, produce bronquitis y edema pulmonar.
Aunque los efectos inmediatos son una sensación de euforia, claridad mental y alta sociabilidad, estos efectos son utilizados para atraer a más adictos, éstos difícilmente están conscientes de que posteriormente aparecen síntomas dañinos y aterrorizadores, como depresión, impotencia, irritabilidad, ansiedad, insomnio, incapacidad de concentración, alucinaciones táctiles (gusanos en la piel), paranoia, psicosis (muy similar a la sufrida en la esquizofrenia), comportamiento violento, taquicardia y vómito.
Potencial de dependencia
La documentación médica asegura que la cocaína no genera dependencia física; no obstante, la dependencia psiquica que despierta es inusualmente alta; en un experimento reciente con ratas a las que se les condicionó a pulsar una palanca que les proporcionaba una recompensa, lo hicieron 250 veces seguidas por la cafeína, 4,000 por la heroína y 10,000 por la cocaína.
Cabría pensar que la tolerancia es muy alta, pero diversos estudios científicos han demostrado lo contrario, los usuarios pueden seguir tomando la dosis original durante largos periodos y experimentar aun la misma euforia. Sin embargo, algunos incrementan la dosis para intensificar y prolongar sus efectos. El uso frecuente ensancha tanto el margen de seguridad que se han registrado usuarios que utilizan dosis mayores a los 10 gramos, lo cual puede reducirse casi a la mitad si consideramos la taza real de adulteraciones.
En vista de que la cocaína no provoca adicción a nivel físico, su retiro no produce ningún síndrome abstinencial orgánico y los síntomas asociados al consumo prolongado se revierten con relativa rapidez. Únicamente suelen presentarse ansiedad y depresión que pueden durar desde unos días hasta dos semanas.
Según declara un experto consumidor, sólo hay tres vías duras para quedar verdaderamente enganchado en el hábito: «por inyección intravenosa, inhalando los vapores volatilizados de la cocaína caliente o mezclándola con heroína