“Para la Ley Antitabaco somos empleados de segunda”, comenta Ana, camarera en una cafetería-pastelería de la capital que permite fumar, como la casi totalidad de bares y restaurantes de Soria. En realidad, los casos de locales que se han modificado para adaptarse a la Ley Antitabaco, aprobada hace tres años, se pueden contar con una mano.
Ana trabaja en una cafetería que, al aprobarse la Ley aplicó la prohibición de fumar en el local durante varios meses. Hoy en día los clientes siguen fumando en este espacio como siempre. Y es que “el 90% de las personas que vienen fuma porque el café y el tabaco van juntos; la prohibición les sentaba muy mal, resultaba muy violento decirles que no podían fumar y no se acostumbraban, se iban a otra parte”, comenta Ana, lamentándose de que se siente “intoxicada”. “Yo me fumo el tabaco de todos, nos echáis el humo y la ropa huele mal, todo sabe mal”, se queja. Y es que la Ley Antitabaco permite fumar a un lado de la barra, mientras al otro lado, el de los empleados, lo prohibe, al considerarlo lugar de trabajo y en consecuencia, los empleados tienen que salir a la calle o pasar al otro lado de la barra si quieren fumar.
Algunos colectivos piden una ley coherente y más restrictiva, que se extienda a todos los lugares públicos, incluidos los lugares de ocio. Pero si la Ley 2005/26 de diciembre se difumina a sólo tres años de su aplicación, ¿cómo imaginar un país donde salir de copas en espacios sin humo?
En 2006, cuando entró en vigor la Ley, una conocida cafetería del centro llevó a cabo esa división estricta entre fumadores y no fumadores que exije la Ley. La obra no fue complicada y es que el local tenía un espacio adecuado donde finalmente se ubican los fumadores. “No hubo problemas, pusimos una cristalera en una parte del local para fumadores y el resto quedó como espacio sin humo”, cuenta el encargado del local, Andrés Muñoz. Al ser una cafetería con más de 100 metros cuadrados de espacio esta división era obligatoria. “Hoy en día Sanidad sigue haciendo sus inspecciones habituales, pero sobre la Ley Antitabaco no comenta nada, ya vieron que se cumple”, señala Andrés Muñoz.
Fuentes de la Junta de Castilla y León, que tiene las competencias en la inspección de Sanidad, comentan que en Soria se han producido tres denuncias por incumplimento de la Ley hasta la fecha, sin detectarse irregularidades al realizarse las inspecciones. Estas mismas fuentes confirman que en los tres años de aplicación, no se ha producido ninguna sanción por incumplimiento de la Ley Antitabaco.
Los bares y restaurantes de más de 100 metros de espacio dedicados al cliente (no se cuentan las barras, los accesos y los lugares de paso) están obligados a prohibir fumar en su local y opcionalmente pueden dedicar un 30% como máximo de su espacio, aislado y convenientemente ventilado, a fumadores.
Entre los locales grandes, no en todos los lugares se han seguido observando estrictamente las limitaciones. Según considera un hostelero de la capital, en cuyo local de 103 metros cuadrados se permite fumar sin haber recibido nunca ninguna sanción, sería fácil poner una pequeña barra para estar por debajo de los 100 metros pero no es necesario, según comenta, porque las inspecciones que son estrictas en otros temas, no inciden demasiado en la Ley Antitabaco. Sólo tres metros cuadrados separan a este local de estar dentro de la Ley. El encargado se pregunta qué sentido tiene establecer precisamente ese límite.
Varios camareros y encargados de bares preguntados por este periódico comentan que en sus locales nadie se ha encargado de medir los metros cuadrados del local.
Otros se curaron en salud. En concreto, un bar de la capital que abrió sus puertas después de la Ley Antitabaco y lo hizo con una superficie de 99 metros cuadrados. Historia aparte sería el cumplimiento de la Ley en discobares.
En los bares de menos de 100 metros, la mayoría, la Ley no ha cambiado prácticamente nada. Julián, encargado de un bar del centro comenta que “la Ley no ha repercutido en nada”. Tan sólo el dispositivo que controla desde la barra el camarero para activar la máquina expendedora de tabaco que, para este hostelero es una medidad “absurda”. “Nunca hemos vendido tabaco a menores de 18 años y si iban a sacar, les decíamos que no podían”, señala.
Aunque el dispositivo esté instalado en la máquina, son cada vez más bares los que lo tienen desactivado. Otros aspectos de la Ley como los carteles a la entrada del local señalando que se permite fumar (o no) con una advertencia sobre los riesgos del tabaco en su caso, se pueden ver en muchos locales, mientras otros tantos no la tienen.
Pero cabe recordar que la Ley Antitabaco no son sólo prohibiciones en lugares de ocio. Aparte de estos, la mayoría de los lugares públicos han desterrado completamente el tabaco. Tanto ha cambiado la Ley el panorama cotidiano que fumar en un banco por ejemplo o en el lugar de trabajo es impensable. Esther es una empleada de banco que se muestra de acuerdo con la Ley. “Nadie tiene por qué aguantar el humo de los demás en la oficina, y aquí fumaban los empleados y los clientes”, señala Esther, quien considera que “la Ley es un pitorreo” y que apunta que “en Bruselas no se puede fumar ni en bares ni en restaurantes”.
Pan & Café es el único local de la capital donde no se puede fumar. “Los clientes están agradecidos de almorzar o desayunar sin humo”, comenta Berta, empleada de este local clasificado como ‘panadería con degustación’. Carlos, el encargado del local, señala que no se permite fumar porque es una panadería pero “ojalá hubiera más lugares así”, apunta.
“Hay clientes fijos que valoran mucho que no se fume, vienen del barrio pero también de más lejos porque no se puede fumar, y mucha gente viene exclusivamente porque puede traer bebés”, señala Berta, quien comenta que muchos de los clientes son fumadores a los que les gusta desayunar sin humo y al salir se fuman un cigarro camino del trabajo.
Berta piensa que “si más gente siguiera el ejemplo, en lugar de perder clientes, ganarían; ojalá hubiese por el centro más locales así”. “Esta ley es un respaldo porque antes, parecía que prohibir fumar era discriminatorio”, añade.
Se trata de otro concepto de cafetería, donde el aire no tiene ni un miligramo de nicotina. “Es maravilloso para mí que tengo los ojos delicados, aunque no soy fundamentalista y también voy a lugares donde se fuma”, comenta una clienta.
Amancio, uno de los clientes habituales de esta cafetería asegura no entender por qué “en España las cosas están al revés; en Italia en lugares donde se venden alimentos está prohibido fumar y aquí es al revés, casi hay que pedir permiso para que no se fume”.
“Una de las cosas por las que vengo y traigo a gente es porque no se fuma, en determinados locales no se debería permitir porque por respetar el derecho de los fumadores se conculca el de los no fumadores”, señala.
José Luis, otro cliente, comenta: “cada vez tolero menos el tabaco ¿por qué tengo que fumar si no fumo? Tendría que haber más lugares como éste en el centro, tendrían éxito”, asegura.