Los jóvenes cada vez se inician antes en casi todo y el consumo de drogas no es la excepción. Barakaldo tampoco. Consciente de la nueva realidad, el Ayuntamiento desarrollará un ambicioso programa para prevenir la adicción entre los adolescentes menores de 16 años. La propuesta municipal, pionera en Vizcaya y similar a la que se asienta con éxito en San Sebastián, contempla sustituir las típicas multas coercitivas, de entre 300 y 600 euros, por talleres de asesoramiento y sensibilización.

El plan arrancará «a comienzos de marzo» y funcionará «de forma experimental» hasta la primavera de 2010, aunque suma casi nueve meses de trabajos previos y tiene su germen en un estudio municipal elaborado en 2006. Aquel documento reveló que es entre los 12 y los 13 años cuando los jóvenes de Barakaldo se inician en el consumo de estupefacientes, aunque lo hacen de forma ocasional. «El hábito se agudiza con el paso del tiempo. Es lo que pretendemos evitar», aclara la edil de Drogodependencias, Dulcina Pereiro.

El proyecto se desarrollará en colaboración con la Policía local. Serán los propios agentes, de hecho, quienes comunicarán al Consistorio la identidad de los jóvenes sancionados por tenencia o consumo de drogas. El equipo de intervención municipal contactará entonces con los familiares para proponer su participación en las sesiones voluntarias de prevención. De aceptar y culminar con éxito las clases, los adolescentes y sus padres se verán exonerados de hacer frente a la multa, aunque sólo en una primera ocasión. Los reincidentes, si los hay, tendrán que pagar.

Hijos y progenitores

El programa contempla la implicación de hijos y progenitores por igual. Los primeros, con el asesoramiento de cuatro psicólogas y educadoras que ya llevan años trabajando en colegios e institutos de la localidad, participarán en un ciclo bimestral de ocho sesiones para reflexionar sobre su situación. En él se explicarán las consecuencias de la adicción y se analizarán los motivos del consumo, ya que «el problema se origina muchas veces en contra de la propia voluntad y por una simple cuestión de integración social». También se propondrán alternativas para el tiempo de ocio.

Los padres, por su parte, tendrán que tomar parte en «un mínimo de dos sesiones» de formación para mejorar sus dotes educativas. Las expertas les explicarán que un consumo ocasional «no es sinónimo de drogadicción» y les ayudarán a entablar una relación más fluida con sus hijos. «Hay que tener una conciencia clara del problema para no magnificarlo ni caer en la banalización», explica Pereiro, quien asegura que «muchos jóvenes plantean antes su situación a las educadoras que a su propia familia».

Aunque grupales para favorecer el intercambio de experiencias, los talleres se adaptarán a las necesidades de cada persona. También en horarios, si bien todas las clases, de una hora y media de duración, se desarrollarán «entre semana». En septiembre se analizarán los seis primeros meses de trabajo y se plantearán posibles mejoras.