“Un día en el infierno para el ludópata Walter, comenzaba antes de salir de su casa. «Me preparaba mentalmente para ganar plata ese día. Pasaba frente al casino, entraba y jugaba dos bolas suponiendo que ganaría y que además me sobraría dinero para pagarme la cena. Después de perder en varias jugadas lo que llevaba, salía sin plata y volvía con más, creyendo que en alguna de las veces recuperarías lo perdido. La euforia aumentaba en ese tiempo, siempre pensando que yo dominaba la situación. Llegué a jugar hasta ocho horas y cuatro veces al día. Tengo amigos que juegan más de once horas. Muchos de ellos entran a las ocho de la mañana al casino y salen a las 12 de la noche. Otros dejaron sus bienes y sus vidas en el bingo».

Así recordaba Walter su largo peregrinar por los casinos, según reseña un artículo del diario argentino Línea Capital, en su versión online. Muchos como él perdieron todo por la adicción al juego.

Entender la adicción

Quienes padecen de ludopatía la mayoría de las veces no son conscientes de ello, y otras que sí lo son, no consultan a un especialista por temor o vergüenza. Lo primero que debe hacerse es tener información sobre este trastorno.

“La ludopatía es una enfermedad, una dependencia a juegos”, afirma Yajaira Brito, psicóloga clínica y profesora del postgrado en el Hospital Psiquiátrico de Caracas HPC (Lídice). “Lo que se supone debería ser recreativo, se transforma en una necesidad para seguir activo”, explica.

La ludopatía es el concepto establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1992 para hacer referencia a aquellas personas que sufren un trastorno adictivo con el juego. Se define como una alteración de forma progresiva en el comportamiento de un individuo por una incontrolable necesidad de jugar y apostar, presentando menos importancia a su entorno y a las consecuencias negativas que pueden sufrir. La primera vez que la enfermedad fue reconocida se le llamó Juego Patológico y fue establecida para 1980 en el Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación de Psiquiatría Americana.

Brito, también especialista en farmacodependencia, manifiesta que la dependencia “es un vínculo que se establece para obtener cierta gratificación, pero está distorsionada por los reforzadores ambientales”. Prácticamente cualquier cosa (o persona) que nos rodea, es un reforzador. Los premios son por excelencia reforzadores explícitos. “Hay que tener algo que no está funcionando bien a nivel psíquico”, para que lo recreativo pueda convertirse en nocivo, explica. Agrega que esto se refiere a que en la historia de vida de las personas que padecen este trastorno “hubo carencias o hubo excesos en algunas situaciones”.

La dependencia también se basa “en creencias asociadas a estimulaciones ambientales y fisiológicas”, dice, es decir, las adicciones están estrechamente relacionadas con concepciones que la gente se crea sobre el mundo que le rodea. Además, “hay una estructura base que está en la personalidad que potencia la posibilidad de que uno se vuelva adicto”, reseña Brito.

El caso de la ludopatía es complejo, pues no está asociado a un solo factor, según explica la psicóloga. Sin embargo, reconoce que el ambiente familiar y social influye de forma determinante en el desarrollo y curso de este trastorno mental.

La médico informa que “una familia bien estructurada, no es garantía de que uno de los miembros adquiera y desarrolle la enfermedad de la ludopatía. En cualquier familia puede haber una persona con ludopatía”, lo que significa que no existe discriminación de clase social para desarrollar el trastorno.

“¡Bingo!”: un estímulo socialmente valorado

¿La palabra bingo con qué está asociada?, “con ganancia, aunque la palabra bingo sea para otro sujeto, eso te refuerza porque eso hace que las personas crean que existe la posibilidad de que también les puedan decir bingo de un momento a otro”, responde Brito.

La especialista explica que la ludopatía se aprende por reforzamiento social, “tú aprendes a ser adicto”. Hay cambios fisiológicos cuando se gana un premio, por ejemplo, las manos sudan, el corazón se acelera, eso reafirma la sensación placentera. “Existen otros mecanismos más complejos que tienen que ver con la necesidad de placer y la gratificación”, puntualiza.

La psicóloga explica claramente el significado del bingo y los centros de juego, no sólo como espacios para el consumo, sino para el reconocimiento y la aceptación social: “Hay un mercado, un comercio y una necesidad artificial para que tú vayas a jugar y encima la publicidad que te venden utiliza imágenes que te captan a través de las necesidades que tenemos los seres humanos… necesidad de logro, de prestigio. Las necesidades biológicas pasan a ser necesidades secundarias y las sociales en primarias, por un proceso de deformación, de desinformación”.

Las personas repiten lo que les da prestigio. “Llega un momento en que en nuestra sociedad tú repites lo que te da valor, como por ejemplo ir al Bingo”.

La ludopatía se cura

“La ludopatía se cura, igual que la farmacodependencia”, afirma la psicóloga. Según la OMS, para la desintoxicación de las drogas legales e ilegales, el tiempo aproximado sin recaídas debe ser de 5 años de abstinencia para poder hablar de curación, así mismo ocurre con la ludopatía.

En ese sentido, la especialista sostiene que un tiempo de tratamiento psicoterapéutico debe durar por lo menos dos años con ayuda de un equipo especializado, pero ello requiere que “la persona debe cambiar hasta la manera de pensar, es bastante complicado”, subraya.

Pocos van a consulta

Hasta marzo de 2009 apenas una persona con el trastorno de ludopatía asistió al HPC y en el 2008 sólo 2 fueron diagnosticadas en este centro de salud mental. “La gente no tiene consciencia que tiene la enfermedad. Aunque son muy pocas las consultas, sabemos que hay”, dice Yajaira Brito. ¿Cuándo les llegan a la consulta? “Cuando están en la ruina o cuando se pelean con su familia”, afirma. Los ludópatas son los enfermos invisibles, lo que hace aún más complejo el trastorno.

Lo más recomendable es buscar ayuda profesional

Brito recomienda a todas las personas en general a revisarse y ver si realmente están feliz o no. “Al familiar que se da cuenta de los síntomas de un ludópata, invítelo a un centro de especializadas psiquiátricas y psicológicas”, sostiene.

Cuando la gente se comienza a educar, comienza a comprenderse y a entender cuáles son realmente sus necesidades, expresa la psicóloga. En ese orden, señala que las personas tienen el derecho a equivocarse, “pero reconoce que te equivocaste y reconoce que eso te está afectado, pide ayuda, porque hay muchos sitios donde con profesionales donde los pueden orientar y apoyar para que se recupere hacia la salud mental”.

Finalmente, dice que la salud mental es “el equilibrio en lo psicológico, en lo biológico, en lo social, en lo familiar, en lo económico, en todos los contextos”, los ludópatas pueden conseguirlo con ayuda profesional.