La tabacalera Philip Morris International hizo pública ayer su intención de presentar una demanda contra el Estado noruego por la ley que, desde principios de año, impide la exhibición de cajetillas de tabaco incluso en quioscos y tiendas autorizadas para su venta. La multinacional, que en su página web afirma sentirse «encantada de colaborar con los gobiernos, las autoridades sanitarias y otras compañías tabaqueras para llegar a un acuerdo sobre las normas y la regulación de nuestra industria», argumenta su decisión asegurando que no existe «ninguna prueba científica» de los efectos positivos para la salud de esta medida.

La portavoz de la multinacional, Anne Edwards, defendió ayer que «esta prohibición ya fue implantada en Islandia hace más de una década, y nada indica que haya logrado su objetivo», que no es otro que un conseguir que un mayor número de personas deje de fumar. Por su parte, la patronal noruega calcula que la medida, que impide que los paquetes estén a la vista de los clientes, se ha traducido en unas pérdidas superiores a 62.000 euros a los comercios autorizados para su venta. Noruega se convirtió en 2004 en el segundo país europeo -después de Irlanda- en ampliar la ley antitabaco a bares, pubs, discotecas y restaurantes, y parece que su iniciativa de «esconder» las cajetillas ha creado escuela, ya que Reino Unido está estudiando la puesta en marcha de una ley muy parecida, que entraría en vigor a partir de 2011.

Los abogados de la firma americana -que hace tres meses fue condenada a indemnizar con 300 millones de dólares a una enferma de enfisema pulmonar- consideran que esta denuncia podría convertirse en el primer paso de un largo proceso jurídico que podría tener consecuencias para todo el espacio económico europeo. Y es que la intención del demandante es que los tribunales noruegos trasladen el caso directamente a la Asociación Europea de Libre Comercio.