El estudio Prevalencia del consumo de drogas antes y durante el encarcelamiento en siete países europeos recoge las experiencias relacionadas con el uso de sustancias de personas que viven en prisión en Chequia, Letonia, Lituania, Polonia, Portugal, Eslovenia y España durante 2014-2018. Aunque la situación no es la misma en todos los países, el informe señala que las personas en prisión enfrentan una serie de desafíos relacionados con la salud, como problemas mentales, abuso de sustancias y condiciones sociales desfavorables –pobreza, abandono escolar, desempleo o trauma infantil, entre otras–.

Asimismo, destaca que muchas personas en prisión han cometido delitos relacionados con el consumo de drogas, y algunas recurren a la delincuencia para financiar dicho consumo, especialmente cuando sufren de un trastorno por adicción. Hay factores sociales comunes, como la falta de oportunidades económicas y educativas, que contribuyen tanto al consumo de drogas como al ingreso a la prisión.

“La interconexión entre prisión y drogas refleja cómo la delincuencia y el uso de drogas tienen factores de riesgo comunes, como la marginación social, la privación económica, el abandono escolar, el desempleo, la negligencia y el abuso infantil, y padres con antecedentes de consumo de sustancias o trastornos de salud mental (EMCDDA, 2022)”.

En particular, las mujeres en prisión enfrentan desafíos adicionales, especialmente en temas de salud, ya que a menudo han experimentado traumas repetidos desde la infancia en contextos de desventaja social, incluyendo violencia y abuso sexual. Además, dentro de los centros de privación no tienen acceso a servicios de salud para abordar sus consumos problemáticos, así como otras necesidades de salud.

También especifica que diversos documentos ponen de manifiesto que muchas personas comienzan a consumir sustancias, como la heroína, dentro de los propios centros de privación de libertad.

Aunque el estudio tiene limitaciones, como la representación mayoritaria de hombres en la muestra (89,4% de un total de 12.918 personas), se observaron factores que podrían extrapolarse más allá de la muestra, como la ausencia de enfoques de reducción de daños dentro de las instalaciones de prisión. La limitación de las condiciones de higiene, el hacinamiento y la ausencia de equipo de inyección estéril, perjudica los riesgos para la salud de las personas.

Por último, destaca la experiencia de Portugal con su política de despenalización, que busca reemplazar el castigo por tratamiento, en casos de delitos relacionados con el consumo de drogas. Y resalta la importancia de abordar, no solo el consumo de drogas, sino también los factores de riesgo relacionados con el uso de drogas y el encarcelamiento, teniendo en cuenta las vulnerabilidades sociales y de salud, con el objetivo de reducir los daños del consumo de sustancias dentro de los centros privativos y después de la liberación.

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