Becoming Peer’ (convertirse en igual) es una publicación, de Tait Mandler y Roberto Pérez Gayo que ofrece una caja de herramientas para reimaginar la reducción de daños a través de discusiones sobre conceptos comunes, pero controvertidos: la participación de pares, la salud y la evidencia.

Los diferentes artículos plantean cómo repensar este enfoque si las personas que usan drogas, proveedoras de servicios y expertas se consideran pares, promoviendo un enfoque más colaborativo. También desafían la noción tradicional de salud, proponiendo que la salud sea vista desde prácticas de cuidado cotidianas y comunitarias. Asimismo, cuestionan la forma en que se establece la evidencia, sugiriendo que esta debería ser vista como un archivo vivo, inspirador de nuevas ideas. La publicación, además, ofrece puntos de partida y conocimientos para comprender y reflexionar sobre la reducción de daños, tanto para aquellas personas familiarizadas como para las que tienen menos experiencia en el tema.

Inicia explorando la historia de la reducción de años y como comenzó como un movimiento de base por la justicia social, en respuesta a los casos de VIH/SIDA de los años 80 entre las personas que se inyectaban drogas. Muchas de las intervenciones de reducción de daños de hoy surgieron de los mismos contextos y personas que usaban drogas. En un principio, no había un apoyo del Estado, pero a medida que la reducción de daños ganó reconocimiento en los años 90, fue integrada en las políticas nacionales de drogas y más tarde en la UE y la ONU.

Los textos cuestionan el enfoque tradicional de los servicios de salud y sociales hacia las personas usuarias de drogas, proponiendo valorar las redes de apoyo entre pares ya existentes y los roles de cuidado mutuo. Se explora cómo las organizaciones pueden apoyar a estas comunidades que ya se ayudan entre sí, y cómo la reducción de daños puede abordar las necesidades y placeres asociados con el uso recreativo de drogas, especialmente en entornos nocturnos. Pues siempre ha ido más enfocada al consumo de drogas ‘más problemático’.

“La distinción binaria entre el uso de drogas ‘recreativas’ y ‘problemáticas’, presente en los discursos populares y expertos sobre las drogas, reserva el placer para los privilegiados, en un movimiento que puede eliminar cualquier reconocimiento de la capacidad de placer y agencia entre los cuerpos subordinados”.

Y destaca también: «Las personas que consumen drogas han sido ampliamente excluidas de imaginar, diseñar, operar, administrar y evaluar la mayoría de los servicios, políticas e investigaciones relevantes para sus vidas cotidianas».

En el tema de la educación, los autores recalcan que mientras que la educación entre pares implica una relación educador-educado, donde uno enseña normas de uso seguro y prácticas sexuales; el apoyo entre pares se centra en la idea de apoyo mutuo, comunidad e igualdad. Además, las relaciones entre pares hay que mirarlas desde las múltiples identidades con formas interconectadas de discriminación y privilegio, ventaja y desventaja: como raza, género, sexualidad, habilidad, clase, religión, etnia y apariencia física. “Nuestras identidades no simplemente existen, sino que se crean y moldean continuamente en interacciones con otros”.

En cuanto a la salud, define que los modelos biomédicos básicos solo pueden entender el consumo de drogas a través de binarios: la enfermedad está presente o ausente, el funcionamiento del sistema es normal o desviado. Por otro lado, los modelos biopsicosociales añaden dimensiones sociales, psicológicas y emocionales a un modelo biomédico; la salud individual y el bienestar son inseparables del entorno social y cultural. Y se señala cómo las comunidades de personas que consumen drogas también practican su propia atención de la salud colectiva a través de redes de apoyo mutuo, basadas en conocimientos cotidianos y experiencias.

Finalmente, en cuanto a la evidencia, los autores afirman que no debe limitarse al conocimiento experto o a métodos científicos particulares, sino que puede ser productiva en nuevas formas, enriqueciendo la comprensión colectiva. Los archivos vivos, a diferencia de la evidencia convencional, permiten que el conocimiento sea más accesible, inclusivo y educativo, fomentando la creación colectiva de nuevo conocimiento.

En resumen, se trata de una visión más holística y participativa de la reducción de daños, que reconoce la importancia de la experiencia vivida y la colaboración entre todos los implicados en esta área.

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