Si usted es de los que cargan más de un teléfono celular en la chaqueta, tiene pánico al aislamiento y es capaz de endeudarse e incluso robar para llevar el más sofisticado teléfono móvil, vaya preocupándose. Es posiblemente un caso más de la moderna “moviladicción”, un nuevo tipo de dependencia que en España ya se combate a través de una agresiva campaña publicitaria.

“¿Tu vida es móvil?” es la frase que se deja ver en las calles ibéricas, acompañada de la fotografía de una joven que mantiene unido un teléfono celular a su cuello a través de una cadena. La idea es fruto del trabajo de la Federación de Consumidores en Acción (Facua), que advirtiendo las cualidades innegables de la telefonía móvil, plantea la necesidad de tomar conciencia sobre la creciente obsesión por mantenerse atado al aparato.

Concebido como una herramienta funcional, para solucionar emergencias comunicativas, la incorporación de nuevas tecnologías ha dado una amplia gama de funciones al pequeño objeto, que incluyen su uso como reloj, despertador, calculadora, acceso a Internet, cámara fotográfica e incluso consola de juegos. Así, sólo aumenta la necesidad de mantener a la mano el teléfono, a esta altura un símbolo de la vida contemporánea.

De esta manera, la Facua ha tomado las riendas del asunto y atacó a las empresas de telefonía argumentando que la invasión publicitaria se ha tornado similar a la del alcohol y los cigarrillos, que en lugar de centrarse en tarifas, muestran al teléfono como un medio de independencia, libertad e integración a un grupo.

Ansiedad y sudores

En las ciudades españolas de Alicante y Cádiz, la organización “Proyecto Hombre” presta ayuda a dos jóvenes menores de 18 años que han sido calificados de adictos al móvil. Como tales, son atendidos tal cual se hace con un trabajólico, un adicto al sexo o cualquier persona con trastorno compulsivo. Incluso síntomas como ansiedad, palpitaciones y sudor se dejan ver ante la ausencia del teléfono o cuando éste se queda sin batería.

Un estudio realizado por la universidad británica de Lancaster, sobre más de 150 mil usuarios ratifica la gravedad del problema y deja de manifiesto que una de cada tres personas está virtualmente “enganchada” a su celular, número que dobla el de un estudio similar realizado el año pasado.

Según el mismo informe, los más afectados por la dependencia empiezan a sentirse mal cuando se alejan unos pocos metros del aparato. Entre este grupo se encuentran fundamentalmente los adolescentes, algunos de los cuales llegan a llamar de tres a cinco veces a un amigo solamente para avisar que están llegando a un lugar de encuentro.

“Aunque las numerosas ventajas de la telefonía móvil son innegables, muchos usuarios deben empezar a plantearse si están convirtiéndose en movildependientes” señala la Facua, que a la vez hace un llamado a retomar la vieja costumbre de sacar un par de monedas del bolsillo y utilizar los cada vez menos usados teléfonos públicos y cabinas telefónicas.

Pero no todo está perdido para los moviladictos, puesto que una vez que se asume la obsesión con el imprescindible aparatito, el tratamiento es similar al que se aplica a los ansiosos y adictos al trabajo, y con algo de terapia se puede superar el pánico a quedarse sólo y aislado sin el móvil en el bolsillo.